Los precios del alquiler han aumentando en prácticamente todo el país en los últimos años. Los más perjudicados con esta situación son los jóvenes, que con unos ingresos medios de 1.000 euros tienen que destinar hasta el 100% del salario a la vivienda.

Elena Sanderes, una joven de 32 años, es maestra en Barcelona y, aunque lleva dos años queriendo independizarse, sigue compartiendo piso porque "el mercado está por las nubes". A pesar de que le apetece vivir sola, lo cierto es que los alquileres en su ciudad no son asequibles.

"Los estudios cuestan 800 euros y, en muchos, la habitación está en el mismo sitio que la cocina", denuncia el mal estado de estas viviendas. A esto se suma que su precio le obligaría a destinar más del 50% de su salario al alquiler. "Me he sentido impotente porque pienso en que no voy a cobrar nunca más. Mi sueldo es el que es, entonces qué opciones tengo", se lamenta. Y, a pesar de que le encanta Barcelona, tiene claro que su futuro no está en esta ciudad.

Como ella, muchos jóvenes se debaten entre vivir solos en casas mucho más pequeñas, sin apenas luz o ventilación, o seguir compartiendo para tener unas condiciones más aceptables. Esto ha provocado que la oferta de pisos compartidos se haya incrementado en un 29 % en los últimos seis meses.

Natalia, Julia y Rocío son tres jóvenes que se ven obligadas a compartir piso, ellas en Madrid. Las tres trabajan, pero la idea de vivir solas o llegar a comprarse una casa en un futuro es prácticamente impensable. "Es una frustración", manifiesta Julia, ya que ve que no va a conseguir vivir nunca sola. "Voy a tener que estar de alquiler y compartiendo hasta dios sabe cuando", se queja, y no puede evitar sentirse negativa cuando piensa de su futuro: "No voy a poder ser independiente y autónoma nunca".

Rocío ha echado cuentas de cuánto le podría costar vivir independizada de sus compañeras, pero sumando los gastos se ha dado cuenta de que no llega: "Llegas solamente para sobrevivir no para vivir", señala. "Es desesperante y triste. Todos mis amigos están igual", se lamenta, por su parte, Natalia.

Compartir piso ya no es una elecciónpara muchas personas, especialmente para algunos jóvenes cuyos salarios no superan los 1.000 euros; de hecho se ha convertido más bien en la única alternativa de muchos para vivir.