Un hombre de 30 años,
identificado como Timmy Kinner, irrumpió en la fiesta de cumpleaños de una niña
de 3 años en un edificio de apartamentos de Boise y la apuñaló a ella y a otros
cinco niños, dos de ellos de 4 años, uno de 6, otro de 8 y un último de 12.
Kinner también hirió a tres
adultos que trataron de proteger a los niños, según explicó en una conferencia
de prensa el jefe de Policía de Boise, William Bones. "Nuestras víctimas
son algunos de los miembros más nuevos de nuestra comunidad. Son víctimas que
huyeron de la violencia en Siria, Irak y Etiopía", afirmó Bones, quien no
confirmó si todos y cada uno de los nueve afectados son refugiados.
Al menos cuatro de las
víctimas tienen heridas graves, y en algunos casos son de tal calibre que
"les cambiará la vida", aseguró el jefe de Policía, visiblemente
emocionado. "Este es un ataque contra los más vulnerables, los
niños", dijo.
Bones explicó que
Kinner, quien es estadounidense, se había alojado temporalmente en un edificio
de apartamentos para familias de bajos ingresos donde viven muchos refugiados,
pero "debido a su comportamiento, se le había pedido que se fuera".
Un día después de irse,
Kinner volvió para "vengarse" y la Policía cree que se ensañó con el
primer objetivo que encontró en el edificio, la fiesta de cumpleaños de la
niña. "No tenemos pruebas concretas para creer que fue un crimen de odio,
pero seguimos investigando", indicó Bones. Kinner fue arrestado la noche
del sábado y acusado de nueve cargos por asalto grave y otros seis por herir a
niños.
El alcalde de Boise, Dave Bieter, subrayó que la pequeña ciudad de poco más de 200.000 habitantes siempre ha sido "acogedora" con los refugiados e inmigrantes, y pidió "reafirmar los valores" que han permitido dar la bienvenida a tantos, al recordar que sus propios abuelos llegaron allí desde el País Vasco (España).