El Juzgado de lo Penal 3 de Jerez de la Frontera (Cádiz) ha iniciado en la mañana de este jueves el juicio contra el cantaor Diego El Cigala, acusado de presuntos delitos de maltrato y vejaciones tras una denuncia presentada por su mujer en los juzgados jerezano en junio de 2021, por la que fue detenido en Madrid y posteriormente puesto en libertad sin ninguna medida cautelar a la espera de juicio.

En su informe final, la fiscal ha reconocido que la principal prueba de cargo en este caso ha sido la declaración de la víctima. En cualquier caso, considera su testimonio "firme, persistente, sin contradicciones y coherente". El juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal número 3 de Jerez de la Frontera ha durado casi seis horas.

La fiscal ha indicado que Kina relata "episodios concretos con detalles concretos". En ellos, desde 2017 en adelante se produjeron insultos, amenazas y agresiones físicas en lugares como Jerez, Barcelona o República Dominicana.

"El hecho de que fuera celosa no justifica un episodio de agresión posterior, cuando ella cree que su marido la estaba engañando con otra persona". Así lo ha sentenciado la fiscal con relación a uno de los episodios de maltrato por los que ha pedido una sentencia condenatoria y en contra de lo esgrimido por el acusado.

El Ministerio Público atribuye al cantaor un delito de violencia habitual y cuatro de maltrato en el ámbito de la violencia sobre la mujer. Su representante ha apuntado también que, a excepción de la madre y tía de la víctima, el resto de testigos que han declarado trabajan para el acusado, con dependencia económica.

"Ya no podía más"

Respecto a la supuesta demora en denunciar en una comisaría de Jerez, lo que motivó la detención del cantaor en Madrid, la fiscal ha dicho que esta "tardanza es propia de la violencia de pareja". La denuncia se interpuso en junio de 2021. Además, ha resaltado, en ningún caso tuvo intención de presentarla, y que únicamente lo hizo cuando "ya no podía más".

La acusación particular se ha adherido a las tesis planteadas por la Fiscalía. Ha añadido también la agravante de parentesco, mientras que la defensa ha pedido una sentencia absolutoria.

El letrado defensor de Diego el Cigala ha censurado que Kina presentara contra su representado, a su juicio, una denuncia "espinosa y torticera" con un "único vil interés económico". "Diego no es un santo, pero no le hace un matratador", ha sentenciado tras acusar a la denunciante de mentir. En su declaración ante la juez, el cantaor ha negado haber maltratado a la que fuera su mujer, y ha atribuido su denuncia a los supuestos celos que ella tenía.

"Nunca le he puesto una mano (encima) a ninguna mujer, en la vida", ha asegurado el artista. Del mismo modo, ha dicho que su exmujer llegó incluso a amenazarlo con denunciarlo por malos tratos. También con que iba a arruinar su carrera si no llegaban a un acuerdo de tipo económico. Sobre este último aspecto ha dicho que incluso llegó a haber "negociaciones".

"Infierno" junto al cantaor

Su exmujer Dolores Ruiz Méndez ha relatado por su parte el "infierno" que vivió con el cantaor. También ha asegurado ante el juzgado que ella era, para él, "un cubo de basura" y tenía "la culpa de todo lo que le pasara".

La víctima ha expuesto que vivía con miedo. Especialmente cuando residieron en Punta Cana (República Dominicana). "Estaba deseando venirme a España, fue un infierno", ha indicado visiblemente afectada Kina Méndez. Del mismo modo, se ha referido a distintos episodios de insultos, amenazas, humillaciones y agresiones físicas como una bofetada, empujones o un pateo en el suelo. Ha concretado que llegó a normalizar la humillaciones.

En contra de lo manifestado por el acusado, ha negado ser una persona celosa. Ha definido al cantaor como una persona a la que "no se le podía contradecir en nada". "Él no podía aguantar que yo brillara de alguna manera", ha sentenciado.

La víctima, que se ha reconocido como "totalmente económicamente dependiente" del artista desde que lo conoció, ha señalado también que en vez de "achicarse, le echaba cojones". Ello a pesar de que "en la cultura gitana los hombres mandan".

El cantaor ya fue condenado en 2014 por el Juzgado de Instrucción 12 de Madrid por una falta de amenazas a una azafata, a la que tuvo que pagar 20 días de multa a razón de seis euros diarios, 245 euros, por los días que estuvo incapacitada para trabajar, además de 1.200 euros por las secuelas sufridas y 2.520 por los gastos médicos que tuvo.