En plena crisis migratoria, siguen existiendo casos de solidaridad. Uno de ellos es el de Emilia, una vecina del pueblo toledano de La Puebla de Almoradiel, la responsable de que varios migrantes tengan un techo donde poder vivir en la localidad.

"Vivimos con una familia. En el pueblo nos sentimos muy bien", explica Babacar, uno de los migrantes acogidos. Él llegó desde Senegal a Canarias hace un año. En ese tiempo conoció a Emilia, la responsable de que ahora mismo, él y sus compañeros tengan una oportunidad.

"Babacar un día de febrero me llamó lloviendo y me dijo que estaba en la calle, que dormía en la calle y lo acogí un mes en mi casa", relata Emilia.

Otro de los migrantes acogidos es Abdul. Lleva dos años en España y ayuda en todo lo que puede mientras espera su documentación: "Me gusta cocinar. Cuando estaba en mi país, mi madre me enseñaba cómo hacer la comida".

Ahora ellos viven en una casa cedida por otros vecinos del pueblo y aprenden español a la espera de conseguir sus papeles. "Aquí están estos chicos en esta casa con muchas ganas de trabajar, pero sin poder porque no tienen documentación", indica Emilia.

Desde hace cuatro años han pasado por esta casa de la solidaridad 37 migrantes. 20 de ellos ya tienen sus papeles y están trabajando. Pero de los últimos tres, Omar es el único que ha tenido suerte. Después de un viaje complicado desde Gambia y tras ocho meses de espera, el lunes empieza a trabajar en el campo.

"82 personas en el barco, muy difícil. Comer muy poco. Llevo ocho meses en España. Primero Canarias, luego Mérida, luego Ciudad Real y ahora pueblo", narra Omar sobre su travesía hasta llegar a La Puebla de Almoradiel, un lugar donde el migrante es bienvenido.