Si los barcos que surcan el océano formasen un solo país, éste sería el sexto más contaminante del mundo. En el mar no hay límite de velocidad y los grandes buques navegan a toda máquina, enviando a la atmósfera más de mil millones de toneladas anuales de C02.
Carlos Bravo, Portavoz de Ocean Care en España, nos cuenta que la propia Organización Marítima Mundial reconoce que reducir la velocidad de los barcos es la medida más rentable para reducir emisiones de C02 de aquí al 2030.
El 80% del transporte mundial de mercancías se realiza por mar. A pesar de ello, el tráfico marítimo quedó fuera del Acuerdo de París y las previsiones indican que, si nadie lo regula, las emisiones se dispararán en los próximos años.
Ricardo Aguilar, director de Oceana en Europa, apuesta por regular el tipo de fuel que se está utilizando. "Ahora mismo el fuel marítimo es uno de los combustibles más contaminantes", añade. Algunos organismos internacionales proponer reducir la potencia en lugar de la velocidad y países como Francia y Dinamarca han lanzado sus propias propuestas.
Pero, hasta ahora, ninguna medida se ha puesto en marcha. "No hay que esperar. La propia Unión Europea puede regular como quiere que sean los barcos que hay en sus aguas, puede haber acuerdos regionales para reducir esta contaminación que va en incremento", asegura Ricardo Aguilar.
El mar Mediterráneo es uno de los más afectados debido su intenso tráfico y las ciudades portuarias sufren especialmente por las emisiones de dióxido de azufre y otros gases contaminantes. Reducir la velocidad en alta mar sería además muy beneficioso para los habitantes del océano.
En 2008 hubo un precedente: en plena crisis, las navieras redujeron voluntariamente la velocidad de sus buques un 12%, ahorraron un 27% de combustible y bajaron tantos los niveles de contaminación como los accidentes en el mar.
"Multando sería la única manera de que la gente vea que está mal"
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Las calles de este barrio barcelonés están llenas de basura. Pese a la limpieza realizada periódicamente, la imagen más habitual es ver montañas de basura y escombros en el Raval.