Impacta brutalmente con los topes de hierro y la colisión hace que se levante entre los dos primeros vagones. Las cámaras de seguridad captan el momento. El tren ya venía frenando, pero no había reducido la velocidad lo suficiente.
En los últimos metros podrían estar las respuestas al accidente porque hasta aquí máquina y conductor habrían respetado el reglamento de acceso a la estación.
Un protocolo que se activa cuando el tren está a dos kilómetros o kilómetro y medio de hacer parada, a esa distancia está situada la señal de entrada. El convoy debe traspasarla con la luz en ámbar, a no más de 30 kilómetros por hora. El conductor toma entones el control del tren manualmente, se acciona el frenado y se reduce velocidad de forma progresiva.
"Toda la parada se debe hacer de forma manual. Una frenada con un sistema automático podría provocar incluso un frenado excesivo y daños en los viajeros", explica Luis Villar, maquinista de Renfe.
El vehículo debe parar y estacionar dejando una distancia mínima con los topes. El convoy accidentado en Barcelona no lo hizo así. "Hay dos posibilidades, una es que el freno no funcionase y la otra que acabase frenando tarde y se chocase con el tope", dice Francisco Cárdenas, maquinista de Renfe.
"Hay un corte de tensión de alimentación de catenaria en el momento de la actuación del freno. Eso implica que el frenado eléctrico, al parecer, dejó de existir en la potencia adecuada", recuerda Luis Villar, maquinista de Renfe.
Los investigadores no descartan ni el fallo técnico ni el humano, por eso se está analizando el teléfono móvil del conductor, para saber el uso que le dio durante la entrada a la estación.
Él ha declarado ante los Mossos y ha dicho que no recuerda nada del momento del impacto. También las dos cajas que registran los datos del trayecto serán vitales para conocer las causas del accidente.
Las razones
El inesperado giro de la investigación del kayakista desaparecido en agosto: fingió su muerte y huyó del país para cobrar un seguro de vida
El kayakista Ryan Borgwardt, desaparecido en agosto de este año, no estaba muerto. Según han descubierto los investigadores, el hombre había contratado un seguro de vida y decidió fingir su muerte para cobrarlo. Esta es la historia de película.