María Sevilla, expresidenta de Infancia Libre, se sienta ante el juez un año y medio después de su detención, acusada de secuestrar a su hijo durante dos años para que su padre no pudiera verle. La mujer ha vuelto a defender este jueves que se marchó para proteger al menor de los supuestos abusos sexuales del padre, quien tenía la custodia del niño.
En la vista María Sevilla, ha declarado que su vida era normal, algo que no coincide con la versión que ha dado la Policía, quien ha declarado que "había operaciones en las ventanas y versos de la Biblia en las paredes". "El niño estaba pálido, como que no le había dado el sol", ha manifestado el jefe del operativo.
En su declaración, la Policía también ha hecho referencia a la hija de María Sevilla con su actual pareja, quien, según el jefe del operativo, "hacía gestos que no eran normales". "Te acercabas y te olfateaba como si fuera un perrillo; olisqueaba el aire", ha expresado.
Por su parte, la expresidenta de Infancia Libre ha afirmado ante los medios que "hay nuevos informes médicos y hay una investigación desde los servicios sociales por sospecha de abuso sexual". Por su parte, Rafael, padre del menor, se ha defendido manifestando que "ni la psicóloga, ni la pediatra, ni el de traumatología ven nada".
A raíz de la desaparición del niño, la Policía detectó que no estaba escolarizado y comenzó un operativo de búsqueda, que concluyó con la localización del menor en Cuenca. Han sido los propios agentes los que han contado que vigilaron el exterior durante días sin ver ningún movimiento: "Intuíamos que los niños salían por la noche, en concreto entre las 22:00 horas y las 00:00 horas, porque las bicis se movían".
Samuel, que en el momento de la detención de su madre tenía 11 años, fue entregado al padre, quien declaró que cuando cogió al niño "estaba aparentemente muy delgado y le faltaban ocho o nueve vacunas". Ahora la Fiscalía pide para ella tres años y medio de prisión y cinco de inhabilitación de la patria potestad.
Dos guardias civiles, heridos
Muere un narcotraficante en una operación antidroga en la desembocadura del Guadalquivir
El ocupante de la narcolancha ha muerto a pesar de los intentos de los agentes por salvar su vida. Los otros dos integrantes de la embarcación escaparon para terminar prendiéndola fuego.