Totalmente ensangrentada y prácticamente inconsciente, así quedó una hembra bulldog después de la paliza que le dio su dueño. Y no era la primera vez que lo hacía.

El maltratador, un hombre de unos 50 años, había apaleado salvajemente a la perra, la había bañado en lejía y había usado en ella también otros productos de limpieza provocándole heridas y una fuerte irritación.

Afortunadamente la protectora RSPCA llegó a tiempo para frenar la brutalidad del maltratador y poner a salvo a la perra, que ha sido bautizada con el nombre de Smiler.

"Escuché la respiración del animal a través de la ventana del baño de la planta baja y me horrorizó verla en la bañera con una toalla ensangrentada en la cabeza. Un amigo del dueño nos dejó pasar y encontramos a la perra prácticamente inconsciente y mojada. Había un bote de champú humano y productos de limpieza que se habían usado en Smiler", ha relatado la joven que la rescató.

Según han explicado a través de sus redes sociales, la gravedad de las heridas que presentaba el animal en la cabeza era tal que fue necesaria la intervención veterinaria para cosérselas y comenzar una posterior recuperación.

"Sacamos a la perra de ahí y la llevamos directamente al veterinario. Tenía los ojos hinchados y múltiples heridas, entre ellas, dos de gravedad en la cabeza que debían coserse. También tenía hematomas en la cabeza y un diente flojo. Además, sus ojos estaban rojos por los productos de limpieza", han explicado.

El brutal caso de maltrato animal ha conmocionado a la localidad inglesa de Keighley, donde han ocurrido los hechos.

Tras la denuncia de la protectora, la justicia ha actuado y el hombre fue condenado la semana pasada por agredir al animal y no prestar ningún tipo de auxilio.

El maltratador, que niega los hechos, se ha limitado a decir que probablemente el animal se cortó la cabeza con un alambre de espino durante un paseo por el campo.

Tras conocer lo que es el infierno, Smiler se sigue recuperando tras responder positivamente al tratamiento: ahora es una perra feliz.