La fiesta que en el pequeño pueblo francés de Salency que corona con rosas a una joven elegida por su "virtud" llevaba 30 años sin celebrarse y el anuncio de su vuelta en junio de 2019 ha llegado rodeado de polémica después de que se interpretara que la virginidad figura como uno de los criterios de selección.

El artículo del diario 'Le Parisien' que citó "la virtud, la piedad y la modestia, pero también la virginidad" como cualidades exigidas desencadenó una oleada de detractores y una petición en change.org con más de 30.000 firmas en contra de la organización de esta fiesta, cuya celebración ahora pende de un hilo.

La ceremonia de "La Rosière" nació en el siglo V, cuando San Medardo coronó a una joven ejemplar como santa de su mismo nombre, Santa Médrine. Desde entonces y hasta 1987, una chica de entre 16 y 20 años era elegida cada año como "Rosière" por su "conducta irreprochable" y el domingo siguiente al día de la Ascensión era coronada con flores, escoltada por una veintena de chicos y chicas.

"La polémica viene de la poca honestidad de la prensa local. Dije virtud como criterio y transformaron mi mensaje", ha lamentado el presidente de la Cofradía San Medardo, Bertrand Tribout, actual impulsor de esta fiesta. Aunque algunos artículos de la prensa francesa ponen en su boca que la reputación de la elegida pesa a la hora de decantarse por ella, este "apasionado por la historia local" añade que la cuestión de la virginidad "no interesa".

"Cuando hablamos de virtud, hablamos de la disposición de hacer el bien. La virtud de la inteligencia, de ser buena estudiante, de ayudar al otro, de su implicación con el pueblo, de preocuparse por sus allegados y de prestar servicios a su entorno. Siempre hablo de estima, estima pública", ha subrayado Tribout.

La promotora de la petición en change.org, Laélia Véron, que en cuatro días ha sumado más de 32.000 firmas, ha apuntado que la Cofradía está cambiando el relato "debido a la polémica", y calificó igualmente de "sexistas" el resto de criterios, "más allá de la virginidad".

"Estar entregada a su familia, ser siempre servicial y de buen humor se menciona en artículos que cito en la petición de firmas. Eso es sexista, sabemos perfectamente que son palabras bonitas para decir 'ser sumisa'. No tenemos que celebrar eso en 2018 en Francia, sea para chicos o para chicas", ha observado Véron. Esta doctorada en Lengua Francesa insiste en que "el significado simbólico de la rosa molesta".

"Podríamos hacer una fiesta dedicada a la juventud, pero sin que sea en torno a unas cualidades concretas", ha propuesto. La presión mediática ha cogido por sorpresa al ayuntamiento de Salency, un pueblo de solo 900 habitantes situado en Picardía, que dejó de celebrarla hace tres décadas "por motivos económicos" y que en una nueva afirmación del patrimonio local apostó por retomarla.

A pesar de las críticas, su eventual anulación no se decidirá antes de que el Consejo Municipal la someta a votación en septiembre. Sin embargo, la fiesta del Rosal no es únicamente tradicional de Salency. En La Brède, al suroeste de Francia, eligieron a Emma Baggio como Rosière de 2018 el pasado 21 de junio, por el solsticio de verano, como llevan haciendo desde 1824 con mucho seguimiento por parte de los jóvenes.

Fuentes del ayuntamiento de La Brède han indicado que se trata de distinguir a "un representante de la juventud" y que "los criterios de selección han evolucionado" para estar "perfectamente adaptados al momento actual". Aseguran que se basa únicamente en una carta de motivación justificando su vinculación con el pueblo. Diferentes miembros de familias locales seleccionan a la candidata y esta, a su vez, elige a un muchacho para que sea nombrado junto con ella.