Sin respuestas después de más de dos décadas de lucha. La familia de Déborah Fernández, la joven asesinada en Vigo en 2002, está desolada después de que el juez archivara el caso al no haber indicios suficientes contra su expareja. laSexta Noticias ha hablado con su hermana Rosa Fernández, que está muy dolida porque la Justicia no haya logrado meter entre rejas al asesino.

"Toda Galicia debería estar de luto precisamente porque nosotros hemos luchado por el caso de mi hermana, pero no podemos olvidar que la Justicia ha permitido que un asesino siga suelto", ha denunciado Rosa. Es el sentir de toda la familia de Déborah Fernández tras conocer que la Justicia archiva el caso sin lograr resolverlo.

Es tan grande el agotamiento y la decepción que no van a recurrir la decisión judicial. La magistrada considera que no hay indicios suficientes contra su expareja, el único investigado. "Vale más el tapar las malas praxis del pasado que conseguir justicia", ha señalado la hermana.

El cuerpo de Déborah apareció en una cuneta a 40 kilómetros de donde se le perdió la pista tras salir a correr en 2002. Sin signos de violencia pero lavado, desnudo y con un escenario preparado alrededor: un preservativo y semen introducido después de la muerte. Se sospechó del exnovio pero, critica Rosa, no se le tomó declaración como investigado: "La primera declaración se toma en 2019 cuando este es un caso del 2002".

A la familia le indigna, lo que considera una investigación repleta de fallos. El móvil de Déborah, que entregaron, se perdió y hasta que exhumaron el cuerpo en 2010 no se hallaron restos de ADN en las uñas. "El año pasado, el día de mi cumpleaños, el móvil apareció en unas obras en otra comisaría que ni siquiera tenía la potestad del caso de mi hermana", cuenta Rosa.

Que el ADN presente en el cuerpo no coincida con el del exnovio ha dado ahora la puntilla al caso. La familia no se opone porque están agotados aunque creen que el asesino estaría entre rejas. Si en vez de perder tiempo en la tesis de la muerte accidental, se hubiese actuado con más contundencia para hacerle justicia a una joven que salió a correr con 21 años y ya nunca volvió a casa. "El no tener respuestas es algo que te mata como ser humano", lamenta Rosa.