Ana Julia Quezada, ataviada con una sudadera roja de capucha y con el pelo recogido, ha llegado al bloque de viviendas a bordo de un turismo blanco que ha estacionado enfrente del portal y ha sido escoltada, con las manos esposadas por delante, por media docena de agentes de la UCO hasta el acceso al edificio, en el que se ha adentrado con la cabeza gacha, según se recoge en las imágenes grabadas por varios medios de comunicación.
A la salida, los agentes han tenido que emplearse a fondo ya que decenas de personas se daban cita en las inmediaciones se han abalanzado sobre la detenida y han protagonizado momentos de tensión en los que, entre gritos e insultos, la han increpado y han obligado a la Guardia Civil a intervenir con contundencia para garantizar la integridad física de Ana Julia hasta su regreso al coche blanco en el que ha estado siendo conducida a lo largo de la jornada.
El registro se enmarca en las diligencias ordenadas por el juez instructor, el magistrado Rafael Soriano, que mantiene decretado el secreto de las actuaciones, para esclarecer las circunstancias de la desaparición y posteriormente muerte del pequeño e intentar establecer una cronología de los hechos a través de los lugares en los que la principal sospechosa por ahora podría haberlo mantenido oculto desde que se perdiera su rastro el 27 de febrero en la pedanía de Las Hortichuelas, en Níjar (Almería).
Así, la Guardia Civil trasladaba a primera hora de la tarde a Ana Julia Quezada hasta una finca en la pedanía nijareña de Rodalquilar para efectuar, asimismo, un registro encaminado a la reconstrucción de hechos, según han informado a Europa Press fuentes de la investigación. En este caso se trataría de determinar cuánto tiempo estuvo el cadáver de Gabriel en un aljibe hasta que presuntamente decidió trasladarlo hasta Vícar.
La finca se ha sometido a registro después de que el informe preliminar de autopsia haya revelado que Gabriel falleció "por estrangulamiento" el mismo día de su desaparición y que el cuerpo presentaba "golpes", además de tener "restos de tierra".
La citada propiedad está vinculada a la familia del padre del menor y había estado en régimen de alquiler si bien "desde hace dos meses" no tenía arrendatario. La zona, situada a unos cinco kilómetros del punto donde se perdió el rastro del menor, habría sido objeto de investigación días antes del fatal desenlace.
Las mismas fuentes han asegurado que la detenida, que ha estado en dependencias de la Comandancia de Almería desde que la Guardia Civil interceptó el turismo de color gris que conducía con el cadáver del niño en el interior del maletero y envuelto en mantas y ya ha regresado a su interior, no habría prestado declaración aún ante los agentes encargados del caso a la espera de la práctica de estas y otras diligencias.
Por otro lado, la Policía investiga desde la detención este domingo de Ana Julia Quezada, de origen dominicano, el fallecimiento el 10 de marzo de 1996 de su primera hija, Ridelca Josefina, nacida el 22 de agosto de 1991, han informado a Europa Press fuentes conocedoras de la investigación.
La Comisaría Provincial de Burgos de la Policía abrió ese mismo 10 de marzo de 1996 un atestado por el fallecimiento de la niña, que se archivó por un juez. La niña nació en República Dominicana y era hija de Santiago Gil y de Ana Julia Quezada, que residió en Burgos antes de trasladarse a Almería. En esta segunda provincia tuvo un noviazgo antes de conocer hace poco más de un año a Angel, el padre de Gabriel.
Según la información del atestado policial abierto en Burgos en 1996, la muerte de esta otra niña de cuatro años ocurrió en el domicilio sito en la calle Camino Casa la Vega, 41, en Burgos, donde residía el matrimonio con dos hijas de Ana Julia. La otra menor tenía entonces dos años.
El cuerpo de su hija de cuatro años fue localizado en el patio interior del piso primero. El padre adoptivo y por entonces pareja de Ana Julia entró en la habitación de las menores y comprobó que Ridelca Josefina no se encontraba en la cama, dirigiéndose a una habitación contigua destinada a cuarto de recreo de las niñas.
Fue desde este cuarto donde vio que la ventana de doble hoja estaba abierta y que su hija adoptiva estaba tendida en el suelo del patio interior del primer piso. La Policía no abrió otro atestado después de este del 10 de marzo de 1996, concluyendo que la muerte había sido accidental y no se apreciaban indicios de criminalidad.