"Mi hermano llamó avisando que mi cuñada estaba mal y no era capaz de respirar, con ruido en el pecho, mucha fiebre y delirando, pero respondieron que no se preocupara, que era cosa de los nervios", es el testimonio de Soledad Torrado, cuñada de Julia, fallecida por COVID-19 tras una semana recibiendo atención telefónica y con analgésicos para la falta de aire.
La llamada se produjo cinco días después de tener PCR positiva, cuando el marido de Julia viendo que sus síntomas empeoran llama a urgencias asustado. Tras esa llamada, el hombre volvió a insistir hasta que a la tercera, los síntomas son tan graves que logra convencer a la doctora de que envíe a alguien. "En ese momento casi no era capaz de respirar y no hablaba", relata Soledad.
Al llegar los sanitarios llegan, la familia explica que la gravedad de la mujer les impresionó, pero la ambulancia aún tardaría y cuando por fin Julia llega al hospital, fallece. Su cuñada asegura que "llegaba muerta, casi sin pulso".
Julia Rangel, a sus 48 años, era una mujer sana y sin patologías. La familia y sus tres hijos quieren que les expliquen por qué nunca achacaron al COVID los síntomas a pesar de estar confirmada su infección.
Por ello, la Consejería de Sanidad de Extremadura ha abierto ya una investigación y también se ha solicitado al SES la apertura de un expediente de responsabilidad patrimonial.
La Junta de Extremadura ha reiterado en nota de prensa su puesta a disposición de la familia de la fallecida, por lo que hasta que se concluyan estos procedimientos, el Ejecutivo regional no va a pronunciarse al respecto en ningún otro foro.

Agresión machista
Isabel, la heroína de Paiporta que salvó con una pala a una mujer apuñalada por su expareja en plena calle
Los detalles Isabel relata que cogió una pala que tenía en casa para limpiar tras la catástrofe de la DANA del pasado 29 de octubre y se enfrentó al presunto agresor, ayudando a que la víctima huyera.