Las dos compañías moteras más importantes de Estados Unidos levantan el pie del acelerador de los derechos de sus trabajadores tras eliminar sus programas de diversidad, igualdad e inclusión cediendo a las presiones que llevan semanas teniendo de los colectivos más conservadores.

Hasta ahora, a Harley-Davidson no solo se le definía por el sonido de su motor, también por una palabra: "libertad", aunque parece ser solo para algunos.

Porque Harley-Davidson ha decidido echar el freno a sus políticas de diversidad después de que colectivos trumpistas y retrógrados iniciaran una campaña en su contra.

El influencer ultraconservador, Robby Startbuck, comentó en sus redes sociales que "será mejor que cambien antes de que destruyan la que fue hace tiempo una gran compañía americana".

Este comentario ha generado un auténtico boicot entre sus clientes más conservadores. "He tapado todos los logos de Harley-Davidson hasta que se los pueda quitar", decía un motero en sus redes sociales.

Como respuesta, Harley-Davidson ha retirado toda su promoción a colectivos LGTBI y en contra del racismo. Como dicen en un comunicado, para irónicamente, seguir fiel a su eslogan: conducimos unidos.

Albert Carrasco, responsable de incidencias del Observatori contra la LGTBIfobia de Cataluña, critica que "no pueden ceder ante las amenazas de estos perfiles conservadores".

Una campaña de odio exagerada, dicen los expertos, por el contexto electoral. Según explica Jordi Martí, experto en Sostenibilidad Empresarial de la Universidad de Barcelona, "en una época electoral, las repercusiones son muchísimo mayores". "Hay una sensibilidad en las redes sociales tremenda ante estos aspectos", ha añadido.

Pero que no solo se reduce a este periodo. Indian Motorcycles, la competencia de Harley, también dio marcha atrás en sus políticas a favor de la inclusión.

Al igual que lo hicieron los tractores John Deere, que llegaron a promocionar anuncios a favor de la mujer al volante del tractor.

Joaquín Danvila, experto en Desarrollo Digital y Marketing en IEB, explica que estas marcas "se deben a sus mercados y a sus clientes". "Marcas que se han construido conforme a unos valores que pertenecían a otra época y que se han construido de una manera tan férrea, tan rígida, que al final, les cuesta cambiar", explica.

Sin ir más lejos, las ventas de la cerveza Bud Light cayeron un 23% el año pasado después de que iniciara una campaña con una actriz trans. Son campañas ultraconservadoras de mentes que prefieren mensajes de otra época.