"Me tocó la fibra de una manera que ahora me avergüenzo pero me volví loco", ha manifestado Marlon C., para quien el fiscal pide veinticinco años de cárcel. El presunto autor material del crimen le pidió a otra de las acusadas, Dolors F., que engañara a la víctima para llevarla a una pista forestal, con la excusa de cerrar un negocio de tráfico de marihuana.

El procesado ha negado que detrás de todo estuviese un deseo de retomar la relación con su expareja, aunque una semana antes del asesinato todavía le mandaba mensajes de amor. Según su versión, no tenía intención de matar a la víctima en la pista forestal, sino que le pediría que le dijera a su expareja que le devolviese los efectos personales y electrodomésticos que tenía en la casa que habían compartido.

Marlon C. no había podido volver a ese domicilio después de haberle propinado una paliza a la mujer, que tuvo que ser ingresada, y de que en un juicio rápido se dictara una orden de alejamiento.

Ya en la pista forestal, según el acusado, se enfadó "mucho" cuando vio que el hombre vestía su ropa y le asestó un golpe que dio paso a una pelea, aunque el cadáver presentaba seis puñaladas realizadas con un cuchillo que el procesado compró unas semanas antes.

Las tres mujeres que también se han sentado en el banquillo, una de ellas Dolors F., sobre las que pesan los cargos de coautora del crimen, inductora y encubridora, han utilizado la estrategia de atribuir toda la responsabilidad del crimen a Marlon C. durante una declaración en la que han sollozado continuamente.

Preguntadas por el jurado popular sobre por qué no avisaron a la policía, las tres lo han atribuido al miedo y a que entraron "en pánico". Dolors F. ha afirmado que, "en ningún caso", esperaba que le matara, sino que le quería "dar un susto, un toque de atención, dos bofetones, quizás que le rompiera un brazo o una pierna".

Por su parte, Esther P. del C., que se enfrenta a quince años de cárcel por inductora y por un delito de incendio, a pesar de haberle atribuido toda la autoría a Marlon C., le dejó ducharse en su casa cuando llegó lleno de sangre y le preparó una bolsa con ropa limpia. Además, la misma noche del crimen le acompañó a comprar una garrafa de gasóleo para quemar el cuerpo y le acompañó hasta donde estaba el cadáver.

Finalmente, la madre de Esther, Carmen del C., que se enfrenta a tres años por encubridora, el día posterior al asesinato viajó con el acusado hasta Valencia y le dejó su móvil para que se comunicara, ya que el suyo lo había perdido junto a los restos de la víctima. El juicio sigue mañana con las conclusiones definitivas, la presentación de los informes y la entrega del objeto del veredicto.