Fernando, Francisco, Rogelio, Isaac. Paloma, Lorena, Lyssa. Samuel. Casi todos estos nombres han sido recogidos por el portal Crímenes de Odio, que aglutina algunos de los peores casos de homofobia, transfobia, xenofobia o islamofobia, entre otros, registrados en España.
Son nombres que representan asesinatos contra personas homosexuales y trans. Y el último caso, el del joven de A Coruña, aún bajo investigación, pone la puntilla a lo que las autoridades ya advierten: la tendencia de los crímenes de odio está en alza, también en 2021.
Este miércoles se conocía la noticia de que el joven de Malasaña que había denunciado una agresión homófoba ha confesado que las lesiones que sufrió, en realidad, habrían sido consentidas. Aunque lo cierto es que este caso no empaña que la homofobia existe y que se siguen notificando múltiples sucesos de violencia.
En apenas unos días, se han denunciado varias agresiones en distintos puntos del país: Velada (Toledo) -donde dos presuntos responsables ya han sido identificados por golpear a un joven-, Melilla o Valencia, donde un joven trans fue agredido por llamar "guapes" a un grupo de jóvenes. Detrás del caso de Malasaña hay cientos.
748 delitos de odio en 2021 y subiendo
Según las cuentas del Ministerio del Interior, hasta el 31 de julio se han registrado 748 delitos de odio. Así lo indicaba este martes el ministro Fernando Grande-Marlaska, que en una entrevista con la Cadena Ser avanzaba los datos provisionales de este año.
Los delitos de odio han aumentado en los primeros seis meses de 2021 un 9,3% con respecto a 2019. Un factor importante que el ministro tuvo en cuenta por el sesgo que podría haber en los datos: 2020 fue el año del confinamiento. Meses en los que la inactividad en las calles podría haber alterado la frecuencia con la que se cometen este tipo de actos discriminatorios.
Con respecto a los delitos referentes a la orientación sexual e identidad de género (cabe recordar que el delito de odio abarca hasta 12 tipos, entre ellos la xenofobia o la ideología), el ministro ha lamentado que los referentes al colectivo LGTBI cada vez son "más violentos".
Desde 2013, año en el que se empezaron a contar, se han producido un total de 2.459 delitos de odio por orientación sexual o identidad de género en España. Los últimos datos son de 2020, año en el que se registraron 282 delitos de esta índole. Solo uno menos que en 2019 y 23 más que en 2018. Aun así, los peores años, en datos oficiales, fueron los dos primeros: entre 2013 y 2014 se registraron 965 infracciones penales o administrativas.
Las organizaciones LGTBI advierten: en realidad son muchos más
Los datos del Ministerio del Interior hacen referencia a la tendencia que se ha seguido en los últimos años y cómo este tipo de delitos han sufrido un aumento la última década. Pero organizaciones como FELGTB (que recoge datos de incidencias por discriminación, agresiones, y otras cuestiones de hasta 18 asociaciones) advierten de que esta información es parcial.
Interior solo recoge las denuncias formales, aquellas que han llegado a comisaría y que, en su caso, han acabado en los juzgados. "La punta del iceberg", indican desde FELGTB en su último informe anual sobre la situación de la LGTBIfobia en España, publicado en 2019 y con datos referencia de 2018.
De hecho, según la entidad, solo ese año se produjeron 971 incidencias de delitos contra el colectivo LGTBI. Es decir, 712 más de lo que reportan las fuentes oficiales. En este sentido, la organización advierte de que más de la mitad (55%) de los delitos de odio que se cometen contra el colectivo LGTBI no se denuncian. ¿Por qué? Según indican, por varias razones.
"Todavía existen muchas resistencias a la denuncia formal por parte del colectivo LGTBI: el miedo a manifestarse como LGTBI, la desconfianza en las administraciones y los cuerpos y fuerzas de seguridad y la creencia de que no sirve para nada", apuntan en su informe. En esta línea, de los 756 delitos de odio que llegaron a conocimiento de FELGTB o sus entidades en 2019, sólo un 15% se denunció a la policía y solo un 3% se puso en conocimiento de la fiscalía.
Insultos, acoso y agresión física: las principales incidencias sobre el colectivo
FELGTB también desgrana las circunstancias en las que se suceden muchos de estos delitos, desde el lugar en el que se dan los hechos (en su gran parte en la vía pública), hasta el tipo de agresor que las motiva (muchas veces cercano a la víctima).
Ante esto, con respecto a sus últimos datos, la entidad asevera que la tipología de las violencias sufridas es muy variada. Incluso aglutinan unas 20 categorías, aunque hay tres que se repiten por encima del resto: los insultos, la intimidación y la agresión física.
Con respecto a los lugares en los que se sucede esta violencia (cabe recordar que estos datos han sido extraídos de incidentes discriminatorios que podrían no haber sido constitutivo de delito, y que datan de la última recogida de datos, de 2018) principalmente son 8: en calles o parques (30%), a través de Internet (24%), en la propia casa de la víctima, portal o cerca de la vivienda (13%), en oficinas o servicios públicos y privados (9%), zonas de ocio LTGBI (9%), en la escuela, instituto o universidad (7%), en el lugar de trabajo (6%) y en transportes (1%).
Hechos que han llevado a todas aquellas organizaciones que forman parte de estos estudios (como Lambda, Diversitat, o COGAM, entre otras) a criticar que el drama del colectivo, a pesar del ideario social existente con la tendencia al progreso, en realidad es mayor.
"El colectivo sigue expuesto a terapias de reconversión, acoso, agresiones, discriminación laboral, riesgo de sinhogarismo, mal trato en la atención médica y discriminación legislativa, entre otros, y sin embargo, seguimos sin una legislación estatal que prevenga y proteja frente a estas violencia", reivindican, en referencia a que todavía no se ha aprobado en el Parlamento la denominada ley Zerolo, que el presidente se ha encomendado a materializar.
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Todo ello mientras las concentraciones contra la LGTBIfobia se mantienen. Y tras la noticia adelantada por laSexta este miércoles, en referencia a lo ocurrido en Malasaña, las consignas mantienen su fuerza: "Que el árbol no nos impida ver el bosque", se podía leer en las pancartas. Un bosque que, como muestran los datos, es más frondoso de lo que parece.