La Conferencia de Obispos Católicos de Australia, el principal cuerpo católico del país, ha afirmado que no acepta la solicitud de investigación oficial sobre los abusos cometidos en el seno de la Iglesia, lo que obligaría a los curas a denunciar abusos a la Policía cuando se enteren en una confesión.
Desde entonces, tres de los ocho estados del país han aprobado leyes que tipifican como delito que los curas no denuncien los abusos sexuales de los que son informados cuando se encuentran en el confesionario, mientras que otros estados han dicho que están considerándolo.
"El Consejo (...) continúa apoyando el sigilo sacramental", ha afirmado la ACBC en un informe. "Los niños estarán menos seguros en lugar de más si se requieren informes obligatorios de confesiones", ha añadido el informe.
El presidente de ACBC, Mark Coleridge, ha afirmado que el sigilo sacramental es un "elemento no negociable de nuestra vida religiosa y encarna una comprensión del creyente y de dios".
Australia completó en 2017 una investigación de cinco años designada por el Gobierno sobre el abuso sexual infantil en iglesias y otras instituciones, en medio de acusaciones en todo el mundo de que las iglesias habían protegido a sacerdotes pedófilos trasladándoles de parroquia en parroquia.
La investigación determinó que el 7% de los sacerdotes católicos que se encontraban en Australia entre 1950 y 2010 habían sido acusados de crímenes sexuales contra niños y que casi 1.100 personas habían presentado demandas de agresión sexual infantil contra la iglesia anglicana durante 35 años.