El embalse de Ulldecona, situado en el extremo norte de Castellón, se ha convertido en un sombrío símbolo de la grave sequía que afecta a la región. Con un nivel de agua que ha caído por debajo del 1% de su capacidad, el pantano presenta una imagen desoladora: barcas de pedales y kayaks reposan inmóviles sobre el lecho seco del embalse, mientras que el embarcadero recreativo, normalmente un lugar de esparcimiento y actividades acuáticas, lleva meses inutilizable.

La situación ha alcanzado tal gravedad que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha iniciado una operación de emergencia para recoger los peces del embalse. El caudal residual es tan bajo que no garantiza el oxígeno suficiente en el agua, lo que pone en peligro la vida acuática y podría resultar en una mortandad masiva si no se actúa rápidamente.