La historia de Haizea es difícil de creer. A sus 21 años, sufrió un atragantamiento con un trozo de jamón que casi le provoca la asfixia. Para salvarse, trato de quitárselo con un cepillo de dientes, y acabó tragándoselo. Ahora, han tenido que retirarle el cepillo, de más de 20 cm de largo, con una gastroscopia, porque se le quedó atascado justo encima del esófago. La joven sabe que ha vuelto a nacer, porque nunca se imaginó que le podía pasar algo así.
"Parece surrealista y todo por un trozo de jamón de pavo", ha explicado Haizea a laSexta, donde ha contado que "no podía respirar": "Me estaba ahogando, me estaba quedando morada y todo". Se puso muy nerviosa e intentó sacarlo por todos los medios. "Al principio intenté con las manos pero no podía y ya a la desesperada cogí el primer cepillo que vi en el baño. Me lo metí para intentar sacar lo que tenía, pero nunca pensaba que fuera a tragarme el cepillo", ha añadido. Así, metió el cepillo por la parte rígida, con las cerdas hacia arriba, pero tan dentro que finalmente se lo tragó.
"Las cerdas era lo que agarraba con la mano, pero me se me empezó a atascar, se succionaba como para dentro, intenté agarrar pero se fue", ha continuado la joven. Y eso, aunque parezca increíble, es lo que hizo que sintiera alivio y que todo bajara al esófago. "Para mi sorpresa, lo que sentí fue tranquilidad, sentía que podía respirar, y con el trozo de jamón no podía. para mí es un milagro", ha contado.
Luego ya, con esa tranquilidad de saber que podía respirar con normalidad, se acercó a donde estaban su padre y su abuela a contarles que casi se ahoga. Ellos no se habían percatado de que la joven, que estaba en la misma casa, se había atragantado. Al principio no daban crédito, avisaron a su madre, que estaba trabajando, y cuando llegó ya sí fueron al hospital. Pero al llegar allí, cuenta, tampoco la creyeron en un primer momento.
Tuvieron que hacerle una radiografía y ahí sí se disiparon todas las dudas. Haizea tuvo que esperar 3 horas para hacer la digestión y una vez hecha le realizaron una gastroscopia con sedación para extraerle el cepillo. La intervención duró apenas 40 minutos y después, una vez recuperada, se marchó a casa. El mismo día ya cenó normal y cuenta que "al día siguiente se fue a la bolera con sus amigos", sin mayor problema.
Eso sí, se llevó su cepillo de dientes milagroso de recuerdo. "Me preguntaron: '¿vas a querer el cepillo de recuerdo?' y yo les dije, ya que estamos, pues sí". Y cuando se despertó de la sedación ahí estaba su cepillo, encima de la cama y guardado en una bolsa para que se lo llevara. "Giré la cabeza y tenía aquí pegado junto a la almohada con un celo en la cama el cepillo de dientes. Ahí pensé, 'ah, pues no lo he soñado'", ha narrado a laSexta.
Haizea colgó su historia en su TikTok y la explicación a cómo acabó un cepillo de dientes en el esófago ya lleva 2 millones de reproducciones. Ha hecho varios vídeos contando lo que pasó y reconoce que se ha comprado el mismo cepillo para usarlo, y también lo usa su novio. Pero es consciente de que no actuó de la mejor manera. "Sé que no hay que hacer esto en ninguna circunstancia, pero era un momento desesperante y en ese momento no pude pensar. Me estaba muriendo", ha explicado.
¿Cómo actuar ante un atragantamiento?
Algo que entiende perfectamente Lourdes Landa, enfermera de emergencias de la DYA. "Los nervios atacan a todos y una situación así es muy agobiante y estresante, y puede que no te de para pedir ayuda. Le ha salido bien, pero podría haberse provocado lesiones importantes porque es un objeto rígido y sin curvatura. Ha tenido suerte".
Lourdes explica cómo son las pinzas que sirven para extraer objetos que se quedan atrapados en las vías respiratorias. "Son este tipo de pinzas, curvas, más largas o mas cortas y nos da para intentar alcanzar el objeto. Es lo que han utilizado para quitarle el cepillo a Haizea".
"Lo primero que deberíamos hacer es forzar la tos, a ver si tosiendo se puede mover el objeto y llegar a algún punto en que se pueda alcanzar", cuenta Lourdes Landa. Si no se puede alcanzar, la siguiente opción es hacer el autoheimlich. Aplicar esta técnica sobre nosotros mismos. "Con una silla o con el borde de una mesa, intentar hacer la maniobra a nosotros mismos. Pero sobre todo, intentar pedir ayuda".
Se quedó sin frenos
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