Incendios como el que vemos estos días en Las Hurdes son considerados de sexta generación. ¿Por qué son llamados así? La clave está en que son capaces de generar su propia meteorología, pudiendo generar nubes propias de tormentas conocidas por pirocúmulos.
Son fuegos rápidos, agresivos, impulsivos, en los que las llamas pueden superar la velocidad de 4.000 hectáreas por hora, lo que supone entre seis y 12 veces la velocidad de un incendio al uso. Las nubes creadas por estos incendios pueden llegar a generar segundos focos en los incendios.
Tirando de hemeroteca, el primer incendio de estas características que vivimos en la Península ocurrió en Portugal en 2017, que acabó con la vida de 64 personas y calcinó medio millón de hectáreas. En 2019, tuvimos incendios de estas características en Ávila, Tarragona y Canarias, mientras que en 2021 tuvimos el de Sierra Bermeja (Málaga).
Factores como el cambio climático, la despoblación del medio rural, el abandono de los montes o la mano del hombre influyen en la formación de estos fuegos. La propagación es tal que la velocidad de las llamas superan la capacidad de extinción.
Hasta 20 años de prisión por provocar un incendio
El Código Penal establece varias penas para quienes provoquen un incendio forestal, que van de los seis meses de prisión a los 20 años. Si comporta riesgo para las personas, la pena mínima crece hasta los 10 años de prisión.
Por arrasar bosques, las penas de prisión oscilan entre los tres y los seis años, en función de las distintas situaciones que puedan haberse dado en la quema del bosque.