Atropellar a un ciclista y dejarlo herido grave no fue suficiente motivo para suspender una cita. Un joven de 29 años ebrio se llevó por delante a un ciclista el pasado sábado por la mañana en una rotonda de Madrid.
Inmediatamente después condujo hasta Cantabria y de ahí a Ribadesella, donde había quedado con una chica. La guardia civil lo paró en una rotonda de Llovio (Asturias). Los agentes se encontraron ante un vehículo con un parabrisas prácticamente roto y decidieron pararlo. El hombre contó que se había chocado con un pájaro, pero los agentes no creyeron su versión. "Tenía que ser un pájaro de grandes dimensiones, de los que no hay ahora mismo en esa zona", cuenta el teniente Jorge Santamaria.
Le practicaron la prueba de alcoholemia y dio positivo: el doble de lo permitido pese a que habían pasado al menos seis horas desde el atropello. Los agentes inmovilizaron el vehículo y el hombre se marchó. Pero al día siguiente el coche ya no estaba. Así, los agentes realizaron una investigación para averiguar a dónde se lo había llevado. En contacto con la policía municipal de Madrid descubrieron que ese conductor era el culpable de un atropello.
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También dieron con el paradero del vehículo y del conductor. El coche estaba en un taller en Asturias y el hombre había vuelto a Madrid en taxi. Allí fue localizado y llamado a declarar. Ahora se le investiga por un delito de lesiones imprudentes y abandono.
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