El jurado popular encargado de enjuiciar el caso del asesinato de Laia, la niña de 2 años que murió tras sufrir innumerables golpes y torturas en su domicilio familiar en Zaragoza, ha declarado a sus padres culpables de un delito de asesinato con las agravantes de alevosía y ensañamiento hacia la menor, y con la intención clara de provocarle la muerte.
Así ha concluido el jurado con su deliberación, después de analizar los testimonios de los testigos que atendieron a la menor después de que sus padres llamaran al servicio de emergencias del 112 y el informe elaborado por los peritos forenses, que concluyeron que uno de los golpes recibidos por la niña le reventó el duodeno y le provocó una peritonitis infecciosa que le causó una muerte prolongada y agónica.
A tenor del veredicto del jurado, tanto la fiscalía como la acusación particular en nombre de la familia del padre biológico de la niña, separado de la madre desde tiempo atrás, y de la Generalitat de Cataluña, que llevó varias denuncias de maltrato contra los tres hijos de la madre, han reiterado su petición de prisión permanente revisable para los acusados.
Por su parte, los letrados de la defensa, que solicitaban inicialmente la libre absolución de sus respectivos clientes, han pedido al tribunal la condena mínima establecida para el delito de asesinato establecido por el jurado, sin fijar un horizonte temporal.
Según el jurado, a pesar de que los procesados se culparon uno a otro durante la instrucción, y posteriormente a lo largo del juicio, del crimen, ambos se pusieron de acuerdo para perpetrar los hechos que desembocaron finalmente en la muerte de la niña.
Durante la vista, el letrado de la acusación particular, el abogado Manuel Hatero, hizo constar durante su informe final que la jurisprudencia, en cualquier caso, responsabiliza de un crimen tanto al autor material del mismo como a la persona que actúa por omisión.
La muerte de la menor se produjo la noche del 21 de marzo de 2021, después de que los servicios sanitarios de emergencia desplazados a la vivienda de los acusados en la capital aragonesa, donde convivían con otros dos hijos menores, certificaran su fallecimiento, sin poder hacer ya nada para salvar su vida.
Los forenses que comparecieron en el juicio relataron que la menor sufrió una muerte agónica y dolorosa que se prolongó durante horas a causa de las lesiones que sufrió mientras era golpeada de forma violenta y repetida, entre ellas la que le destrozó el duodeno.
Un día antes, un grupo de testigos, entre otros los policías que intervinieron en el caso y dos testigos presenciales, aseguraron que estaban convencidos de que Laia estaba muerta en el momento de avisar sus padres al servicio de emergencias del 112.
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