Cristina Arauzo es la profesora y la que diseña cada movimiento de una terapia que une a 57 niños y adolescentes con el trastorno del espectro autista a un mundo con el que rara vez tienen conexión.
"Cuando Cristina trabaja con ellos les ves mostrar una sonrisa y un movimiento espontáneo", asegura Cristina Gómez Gregorio, directora del Centro Educativo Cepri.
Clara tiene 20 años y la danza es la forma que encuentra para encontrar un contacto visual: mirar a los ojos es batallar contra sus miedos. Esta técnica espejo refleja el ritmo de cada uno, porque las dificultades se encuentran principalmente "a nivel de comunicación y a nivel de interacción social", según asegura Gómez Gregorio.
Ellos reconocen y responden al contacto visual, participan, reaccionan, rompen su aislamiento, desarrollan confianza y forman una relación como, por ejemplo, ocurre con Isabel, la más pequeña, que con tres años se viene arriba con la música. "Siento que estamos en conexión, que estamos hablando a través del cuerpo", explica la profesora.
Según la Confederación de Autismo en España, se detecta un caso por cada 100 nacimientos.