Guillem Prats y Laura Esteve son investigadores predoctorales. Él trabaja entre 10 y 12 horas al día. Ella ha perdido la cuenta: "No he querido ni contarlas". Apenas cobran 1.000 euros al mes

"No hay remuneración de horas extraordinarias, ni compensación de festivos, muchas veces ni siquiera se paga el finiquito al final del contrato", advierte Guillem.

"Pasas tres, cuatro años muy sacrificados de tu vida a cambio de ninguna perspectiva de estabilidad en el futuro", explica Laura.

Una situación que, según la ley, no debería producirse. En marzo, el Gobierno aprobó a través de un Decreto Ley un Estatuto que mejora las condiciones laborales de los doctorandos. En él se contemplan, entre otras cosas, un salario mínimo y un máximo de horas de tareas docentes. Pero, por el momento, las condiciones no se cumplen.

"Tenemos compañeros que están cobrando 600-700 euros trabajando en universidades. Si conseguimos que se aplique el estatuto se irían como mínimo a 1.176 euros", apunta Pablo Giménez, presidente de la Federación de Jóvenes Investigadores.

"Llevamos mucho tiempo luchando porque se reconozca esto como un trabajo, todavía nos dicen que hacemos esto por gusto", lamenta Laura.

Por su parte, Guillem destaca que "hasta ahora no había ni un estatuto que lo regulara, nos consideraban becarios y no trabajadores".

Denuncian que el Estatuto les parece insuficiente. No contempla el pago de horas extras, festivos, ni el derecho a indemnización.

"Entendemos que como cualquier trabajador con contrato indefinido tiene derecho a una indemnización. El Gobierno no respetó nuestra opinión ni la de los sindicatos y no la incluyó en el documento final", añade Pablo.

Exigen a la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas que solucionen la situación.