Francisco no sabe por dónde empezar a limpiar. Salvó su vida gracias a una balsa hinchable que tenía en su jardín. "Cogí la barquita, le di la vuelta y la metí en la casa", cuenta. Consiguió rescatar, además, a su vecina, Margarita, que estaba siendo arrastrada por el torrente: "La agarré por la perchera y la metí dentro".
Es el sentir de muchos vecinos de Sant Llorenç. La tragedia podría haber sido aún mayor. "Yo vi coches pasar y gente que me hacía gestos, como 'échame una mano'", continúa Francisco. Algunos pudieron salvar in extremis a sus animales. Se fue la luz, los móviles no funcionaban y había mucha incertidumbre.
"Estaba preocupado por mi madre, por mi hermana y por mis amigos porque nadie podía contactar con nadie", cuenta otro joven vecino de Sant Llorenç. Refugiado en la segunda planta de su casa, el peor recuerdo de Miquel fue ver a gente atrapada en sus coche.
"Uno se siente muy indefenso cuando ves el coche con los dos críos y una señora. Las olas les pasaban por encima y te ves tan impotente. Porque si me tiro, me lleva a mí", lamenta Miquel. Solo esperan ahora que la búsqueda de los desaparecidos llegue a su fin cuanto antes.