En 2020, cada ciudadano tiró 18,6 kilos de envases al contenedor amarillo. Ese es el primer paso para poner en marcho el proceso de reciclaje y dar así más de una vida a latas, botellas y bricks. Porque sabemos bien cómo escoger el pescado que nos llevamos a casa esta Navidad, pero ¿y del plástico que transporta los refrescos y otras bebidas con los que brindaremos estos días? ¿Conocemos algún matiz?
Muchos reconocen que no miran lo que llevan, pero sí, hay diferencias. En laSexta nos fijamos en una botella peculiar, tal y como se puede observar en el vídeo que acompaña a estas líneas. Parece nueva, prácticamente para estrenar, pero es pura innovación, pues no hay ni un gramo de plástico nuevo en ella. Está hecha 100% de material reciclado, y ha tenido muchas vidas previamente.
Tomó cuerpo en una planta embotelladora de Álava, una de las pocas que cuentan con la tecnología necesaria en España para trabajar con plásticos reciclados destinados a bebidas carbonatadas. Pero antes de eso, la botella tuvo otro cuerpo: las botellas preforma, las que los recicladores especializados elaboran con el plástico óptimo para un nuevo uso alimentario. Aunque antes, tienen que tratarlo.
"Se limpia con agua muy caliente, se trocea y se convierte en pellets, que son los que luego viajan a los proveedores que producen las preformas", ha explicado Natalia Suazo, directora de Marketing de Bebidas de Pepsicola. Así que, si tuviéramos que remontarnos a la primera vida de la botella reciclada que mencionábamos anteriormente, el gesto de tirarlo al contenedor amarillo sería su origen.
A través de un vídeo
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