Ana Lucía Nacher, portavoz de 'Las Kellys' en Lanzarote, ha trabajado como camarera de piso durante más de 20 años, pero ahora está sin empleo y sin visos de tenerlo a corto plazo. "Aquí en Lanzarote todavía no ha abierto ningún hotel", cuenta. A sus 45 años, se está formando para "escapar", dice, de este sector. "Las camareras de piso han soportado la carga del turismo, pero sin reconocimiento", critica.
El colectivo de las camareras de piso, altamente feminizado y precarizado, supone entre el 20% y el 30% de las plantillas de los hoteles. Antes del COVID-19, empleaban a 200.000 trabajadoras. La mayoría, externalizadas y con contratos temporales. Días antes de declararse el estado de alarma, muchas fueron despedidas sin posibilidad de acogerse a un ERTE.
Sobreviven con un subsidio de poco más de 400 euros al mes
Ángela Muñoz, portavoz de 'Las Kellys' en Madrid, dice que "muchas de ellas no tenían el tiempo suficiente trabajado para poder solicitar el paro o lo habían consumido ya antes y muchas han tenido que solicitar la ayuda mínima familiar". Se trata de un subsidio de poco más de 400 euros con el que aseguran que están al límite y sin saber, además, cuándo volverán a trabajar.
"Difícilmente van a volver a trabajar porque los hoteles no van abrir todos, lo van a hacer de manera escalonada y cogerán al personal fijo y fijo discontinuo", señala Yolanda García, portavoz de 'Las Kellys' en Benidorm.
Denuncian la falta de formación y que no se tiene en cuenta la carga de trabajo adicional
También les preocupa la adecuación a los nuevos protocolos. Denuncian que no se les ha formado lo suficiente y que no se tiene en cuenta la carga de trabajo adicional: "Hay que limpiar y hay que desinfectar; no sabemos de dónde vamos a sacar el tiempo", manifiesta Ángela Muñoz, mientras que Yolanda García dice al respecto que "entre 20 y 25 habitaciones son inasumibles si se habla de de mantener una desinfección adecuada". Ellas son un colectivo clave en la seguridad sanitaria del destino turístico.