El pasado mes de mayo, la rotura de una balsa en la mina de la Zarza (Huelva), provocó un vertido de agua tóxica al río Odiel. El abandono de la explotación provocó un desastre medioambiental. Cientos de minas abandonadas salpican España y son un peligro potencial para todos. "Son un riesgo para la calidad del medio ambiente y para la salud", ha asegurado Fernando Garrido, edafólogo y científico del Museo de Ciencias Naturales CSIC.
En la provincia de La Coruña, el monte Neme, acumula bolsas de agua con altas concentraciones de aluminio y otros metales. En el año 2014 ya se produjo un vertido que afectó a la zona, pero tres años después, todo sigue igual. "Es una fuente de preocupación para la gente local porque no sabemos si se puede llegar a repetir la rotura de las balsas", ha detallado Adrián Eirís, portavoz de la plataforma 'Pola defensa de Monte Neme'.
La legislación obliga a las industrias mineras a asumir la restauración del entorno, pero las minas más antiguas tienen que ser restauradas por la administración pública. "Aquí vienen, nos explotan, nos colonizan, le quitan el producto y dejan el país deshecho", ha declarado Luis Lamas, concejal de Obras y Servicios del concello de Carballo.
Es el caso de la mina de plata de Bustarviejo, en la sierra madrileña, una explotación con más de 400 años de historia que se dejó de utilizar en los años 30 del siglo pasado. A pesar del tiempo transcurrido, los residuos que se acumulan en el monte siguen librando tóxicos. "Es como una fuente inagotable de liberación de cobre, de arsénico, de plomo...", ha explicado Garrido.
La mina de Bustarviejo tiene diferentes bocas, algunas están completamente inundadas: el agua que sale de su interior discurre colina abajo arrastrando tanto metales pesados como minerales procedentes de la mina y de los escombros que hay alrededor.
Un estudio del CSIC ha detectado elevadas concentraciones de arsénico en diferentes zonas de la Sierra del Guadarrama. Todo apunta a las minas que no se han restaurado.