Pilar está en tratamiento por un cáncer de mama. Dos sesiones semanales de ejercicio especialmente dirigido para su dolencia le ayudan a paliar los efectos secundarios.
"Cuando terminé el tratamiento no podía ni levantar los brazos y bueno ahora me duele pero por lo menos puedo trabajar y enfrentarme a la jornada laboral que antes no podía porque estaba muy cansada", cuenta. Ahora sabe que el ejercicio físico es una de las claves para prevenir el cáncer.
Los beneficios pueden llegar incluso a dar la vuelta al diagnóstico. "Las mujeres que son inactivas, que no hacen ningún tipo de ejercicio, tienen un 70% más de riesgo de desarrollar cáncer de mama", explica Marina Pollán, jefa del servicio de Epidemiología del Cáncer en el Instituto de Salud Carlos III.
Un estudio de investigación español apunta que la práctica regular de ejercicio físico ayuda no sólo a prevenir el cáncer, sino que reduce el riesgo de recaer. "El ejercicio físico es vital para las personas después de un cáncer de mama. Les va a ayudar a disminuir los efectos secundarios, a prevenirlo. Hemos visto que tiene relación directa con el aumento de la supervivencia de estas pacientes", detalla Soraya Casla, coordinadora de programas de ejercicios oncológicos en GEICAM.
El deporte continuo mejora, además, el estado anímico, reduciendo los niveles de depresión y ansiedad de las pacientes.
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