Una bicicleta esencial para poder ir a los campos de plástico y ganarse la vida, una somier, un verdadero tesoro en unas chabolas abarrotadas donde casi siempre se duerme en el suelo... No queda nada de lo que tanto esfuerzo les costó y la vida la han salvado de milagro.
Uno de los afectados se despertó cuando el fuego tocaba a su puerta: "Imagina que el fuego está ya casi a tres o cuatro metros de tu casa y tienes a tu mujer embarazada de ocho meses", cuenta.
Omar ha perdido hasta lo más preciado, su documentación: "Hemos perdido todo". Están acostumbrados, es el séptimo incendio en Lepe este año.
Las casas que construyen son una trampa. "El material es propagable, las temperaturas que estamos teniendo son propicias, ha habido incidencia del viento y todo se ha convertido en un polvorín", apunta Juan Hernández, portavoz de la Policía Local de Lepe, Huelva.
No tienen otra cosa, no hay un solo albergue o recurso público habitacional en Huelva pensado para los temporeros que trabajan sus campos. Según denuncian las ONG, en un mercado de alquiler disparado en campaña, incluso con papeles y dinero, ellos son el eslabón más débil.
Dentro de poco, los migrantes que duermen en el estadio de fútbol local volverán a levantar otro polvorín de plástico.