Es la primera vez que se enfrentan cara a cara a periodistas y público. Y se lo habían preparado. 'El militar', 'el guardia civil', 'el Prenda', 'el peluquero' y A.B. iban casi de comunión: camisa, jersey, mocasines y repeinados.
El aspecto del 'militar' es muy distinto al que mostró aquel día por las calles de Pamplona. Cuando ve a los dibujantes trabajando en la sala se enfada, se lo cuenta al 'guardia civil' y piden que les enseñe el boceto.
Al 'militar' le gusta y sonríe, mientras que 'el guardia civil' se enfada. Por su profesión, no quiere que nadie le reconozca en la cárcel.
'El Prenda' es el que más ha cambiado: ha adelgazado unos 30 kilos en prisión. El acusado bosteza mientras la acusación habla de lo que hizo esa noche. Pero también sonríe y niega con la cabeza.
'El peluquero' luce tantos nervios como gomina en el pelo. Se lleva varias veces las manos a la cabeza al oír a la acusación.
El único impasible es A.B. Mientras los demás ríen y charlan, él mira al frente, callado. Él no pertenecía a 'La Manada'. Esos Sanfermines eran un intento de ser aceptado en este grupo, al que sin duda, desearía no haber pertenecido jamás.
Ansiedad, depresión...
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La otra cara Convertirse en 'esa chica' parece promover hábitos saludables, pero también impone unos objetivos inalcanzables, una rutina muy estricta y la idea de ser productiva constantemente. Y esto no es bueno para nuestra salud mental.