La mujer fue ingresada al romper aguas cuando estaba embarazada de 25 semanas en el Hospital Ninewells, en Escocia, donde los médicos la informaron y prepararon para un parto prematuro, según publica la BBC.
Sin embargo, dos días más tarde, Laura Gallazzi sintió un apretón en el estómago y al día siguiente expulsó el cordón umbilical del útero, lo que la hizo entrar en pánico. Fue entonces cuando, aunque solo había dilatado tres centímetros, la trasladaron a la sala de parto.
La doctora le pidió a Laura que empujase, a pesar de que unos días antes le habían informado de que posiblemente tendrían que hacerle una cesárea porque en la última ecografía vieron que el bebé se encontraba sentado. Además, para dar a luz es necesaria una dilatación de unos diez centímetros.
Laura cuenta que mientras empujaba y la doctora tiraba del bebé "sintió un estallido" a partir del cual dejó de sentir al bebé entre sus piernas, aunque no lo escuchó llorar. Sin embargo, le pidieron que siguiera empujando, algo que la mujer no entendía. Minutos después, anestesiaron a Laura. Lo siguiente que recuerda es que una enfermera le dijo que el bebé había muerto.
A continuación, tuvieron que hacerla una cesárea para extraer la cabeza del bebé, que continuaba en su útero. Después de la intervención médica otro médico unió la cabeza con el cuerpo del bebé para que la madre pudiese verlo.
Cuatro años después, un tribunal dictaminó que la decisión de la doctora fue errónea y que debería haber optado por la cesárea desde el primer momento.