Hasta en siete ocasiones pudieron hablar con María durante el secuestro. Alberto Carba dirigía la investigación desde España.
María subió al falso taxi confiada: llamó a su marido y a un restaurante para pedir comida. A los 15 minutos, el vehículo se detuvo para recoger a un hombre, el único detenido del caso. María forcejeó, por eso la inmovilizaron con una descarga eléctrica.
Después sacaron dinero con su tarjeta en varios cajeros. Una cámara de seguridad del banco garbó a uno de los secuestradores. El taxi fue el único lugar donde María estuvo secuestrada.
Era una banda sin recursos ni experiencia, el error de uno de ellos desencadenó su propia detención. "Cuanto más se drogaba más violento se ponía, pero también más errores llegaba a cometer", explica el jefe de la Unidad de Secuestros y Extorsiones de la Policía.
María fue una víctima al azar, su secuestro no estaba organizado. El detenido ha confesado que sólo recibía órdenes por teléfono desde una cárcel.