Que hace calor ya se sabe, que hace mucho más que hace algún tiempo también. Y es que en los últimos 60 años las temperaturas se han disparado. En el caso de España, por ejemplo, los días de calor extremo -a más de 35 grados- se han cuadruplicado y prueba de ello es que en la década de los 60 se registraron hasta cinco olas de calor, mientras que desde 2020 hasta ahora, en solo cuatro años, ya se han vivido en el país 14, es decir, casi el triple. Eso afecta, y en especial, a los más pequeños
Los más pequeños "tienen una capacidad menor de acumular reservas de agua", además de que cuentan con un "aparato termo regulador que está madurando". Es por eso que "su temperatura suba de una manera mucho más rápida" lo cual los hace "mucho más vulnerables a golpes de calor e insolación".
Así lo desvela un nuevo estudio de Unicef que busca alertar de la velocidad y la escala a la que están aumentando los días extremadamente calurosos para casi 500 millones - 466 millones- de niños en todo el mundo, muchos de ellos sin la infraestructura o los servicios necesarios para soportarlo.
Ante esta situación, la directora ejecutiva de la organización de protección a la infancia de la ONU (Unicef), Catherine Russel, destacó que "los días más calurosos del verano parecen ahora normales", al mismo tiempo que advirtió de que "el calor extremo va en aumento, perturbando la salud, el bienestar y las rutinas diarias de los niños".
Asimismo el informe, publicado el pasado miércoles, también constató que ahora en Europa y Asia las olas de calor son más graves y se alargan todavía más, habiendo pasado de durar durante 4,4 días de media a 5,3. En ese sentido, el estudio señala que unos 55 millones de menores de estas regiones viven en zonas donde la frecuencia de olas de calor se ha duplicado, llegándose a dar el caso de que siete millones de ellos residen en lugares donde se ha triplicado.
Aunque en ninguna parte del mundo se libran de esta situación, no en todas es igual. El análisis pone de manifiesto que en 16 países los niños experimentan ahora más de un mes de días extremadamente calurosos adicionales en comparación con hace sesenta años. Este es el caso de Sudán del Sur, donde los chavales viven una media anual de 165 días de calor extremo en esta década frente a los 110 día de la década de 1960 o Paraguay, donde han pasado de 36 a 71 días.
África, la más afectada
En término globales, los niños de África occidental y central son los que se encuentran más expuestos a días extremadamente calurosos y los que experimentan los aumentos más significativos a lo largo del tiempo. Así, son 123 millones de chavales (el 39% del total de la región) que ahora sufren una media de más de un tercio del año (al menos 95 días) con temperaturas superiores a 35 grados. Los países más perjudicados en este sentido son: Malí con 212 días; Níger con 202 días; Senegal con 198 y Sudán con 195.
En América Latina y el Caribe, el número de pequeños afectados por esta situación son menos. En concreto, son casi 48 millones de menores de edad los que viven en lugares que experimentan el doble de días de calor extremo. En Europa y Asia central, el número absoluto de días de calor extremo ha aumentado de 5,8 a 9,7; 37 millones de chavales viven en zonas donde los días de calor extremo se han duplicado; y 28 millones en lugares donde se han cuadruplicado.
Las emisiones y el cambio climático, en el foco
Ante esta situación, Unicef conminó a los líderes, los gobiernos y el sector privado a reducir las emisiones y cumplir urgentemente los acuerdos internacionales sobre el cambio climático, así como a "proteger la vida, la salud y el bienestar de los niños y la resiliencia de sus comunidades, entre otras cosas adaptando los servicios sociales esenciales a un clima cambiante, a catástrofes más frecuentes y a la degradación del medio ambiente".
Tampoco olvida mencionar la importancia de "dotar a todos los niños y las niñas a lo largo de su vida de las oportunidades de desarrollo, la educación y las aptitudes necesarias para convertirse en defensores del medio ambiente". Por último, Catherine Russell apuntó que "los gobiernos deben actuar para controlar el aumento de las temperaturas, y existe una oportunidad única para hacerlo ahora mismo".
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