Fue hace más de un siglo cuando un italiano, Leopoldo Fregoli, subió las plumas a un escenario. Se trata de la primera vez documentada en España en la que actúa un transformista, un hombre que se viste de mujer.
Los primeros shows transformistas en Madrid y Barcelona incluyen a artistas como Edmond de Bries o Mirko, gente que en sus primeros años comenzaron a imitar a las grandes estrellas. Lo cuenta La Otxoa, la persona que, unos cuantos años después, tras la guerra, tomó el testigo: "Éramos personajes, más que transformistas".
Personajes como Madame Arthur, Violeta la Burra o Pierrot abrieron un camino, desde luego nada fácil. "Nos hicieron un vía crucis. Yo no perdono que mi ama me haya visto en la cárcel", lamenta La Otxoa.
Según cuenta La Caneli, influencer y persona tras el podcast de contenido drag '¡Ay, Caneli!', explica que la taquilla tenía un botón para avisar si aparecía la Policía. "Y si venían, tenían que ponerse los pantalones para que el show cambiara. Era muy típico que el travesti acabara su show enseñando la 'sorpresa'".
Y de los transformistas pasaron a los travestis y, de ahí, al verdadero estallido drag. En los noventa, todos los sitios reclaman su propia drag queen. Supremme de Luxe, cantante y drag, explica que ella descubrió entonces el mundo del cabaret. "Y dije, ¡pero bueno, esto es una maravilla!".
Ella y Sharonne empezaron casi a la vez. "Fue algo que me fue atrapando. El personaje fue creciendo... y veinte años después, aquí sigo", cuenta la segunda.
El drag también se hizo un hueco en Las Palmas y, desde entonces, no han dejado de conquistar espacios. "Se ha abierto una puerta y tenemos que estar con las manos empujando para que no se cierre", afirma Supremme.
Ahora, su historia copa programas de televisión, plataformas, redes sociales y podcasts. Y es más necesario que nunca conservar esa memoria para que el confeti y la pluma sigan presentes en la historia.
55 antecendentes
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Localizaba establecimientos con un único trabajador, realizaba su pedido y al proceder al pago, aprovechando el despiste del dependiente, lo amenazaba con un arma hasta que le entregaba el dinero de la caja registradora.