Un adolescente italiano de 16 años, Riccardo Vincelli, llegó a su casa de Ferrara, donde encontró los cadáveres de sus padres con traumatismos craneales graves y con la cabeza envuelta bolsas de plástico. El cuerpo del padre, Salvatore Vincelli de 59 años, estaba en el garaje, mientras que la madre, Nunzia Di Gianni, de 45 años, estaba en la cocina.
Al ver la escena, el joven avisó a los vecinos y más tarde a la Policía, quien tras investigar la escena del crimen llegó a la conclusión de que la persona que cometió el asesinato conocía la casa, pues no había señales de que la puerta estuviera forzada ni notaron que faltaran objetos de valor o dinero.
Por ello, los investigadores interrogaron tanto al hijo del matrimonio como a un amigo, un año mayor, que había pasado la noche en la casa de la familia. Las contradicciones encontradas en la declaración de ambos jóvenes llevaron a los agentes a pensar que podían tener algo que ver en los hechos.
Tras un interrogatorio, el hijo del matrimonio confesó el asesinato y reveló, según el periódico La Repubblica, dónde se encontraba el arma del crimen: un hacha. Tanto el hacha como la ropa que vestían los jóvenes durante el asesinato estaban en un río cercano.
Según el medio italiano, el hijo del matrimonio asesinado había prometido pagar a su amigo por cometer el crimen. Primero una cantidad por adelantado y más tarde alrededor de 1.000 euros si llegaba a asesinarlos.
Según las investigaciones, Riccardo había discutido con sus padres debido a las malas notas y confesó que quería acabar con sus vidas porque no les soportaba más. En ese momento comenzó a planificar los detalles del crimen y esperó a que llegara la noche para sorprender a sus padres mientras dormían.
El hijo de la pareja se encontraba fuera de la casa para tener una coartada de cara a las futuras investigaciones. Mientras, su amigo, sorprendió al matrimonio durante la noche mientras dormía y los asesinó. Cuando se dispuso a trasladar los cadáveres para llevarlos a un río, se dio cuenta de que no podía hacerlo sin la ayuda de su amigo, por lo que llamó a Riccardo y organizaron un 'plan B'.
Decidieron simular la escena de un atraco y por eso mancharon el lugar donde cometieron el asesinato, trasladaron los cadáveres y les taparon la cabeza con bolsas de plástico.
Además, durante el primer interrogatorio el joven dijo que había visto dos coches sospechosos en la calle, que podrían tener algo que ver con lo sucedido.