Son adolescentes y están solos, sin sus padres, sin familiares. Después de jugarse la vida por el desierto y en una travesía eterna, han sido trasladados a centros en los que no conviven con niños o chavales de su edad, sino con hombres mayores.
El colapso en Canarias está llevando a que se vulneren, también así, sus derechos. Es la situación que se vive en el centro Las Raíces de Tenerife, perteneciente al Ministerio de Inclusión y gestionado por la ONG Accem.
Muchos esperan que la Fiscalía confirmen que son menores para empezar a vivir y aprender español en un centro de menores. Lucía Rodríguez, presidenta de la Asociación Hay Raíces, explica que a estos jóvenes les exigen partidas de nacimiento "muy difíciles" de conseguir.
"Tienen que contactar con sus familiares -muchos no tienen cómo- para solicitar estos papeles que a lo mejor ni siquiera existen", asegura. Accem nos confirma que en este centro hay otros 17 menores que no fueron correctamente identificados en el momento de llegada.
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Es necesario tener personal especializado que les informe y aseguren no cometer errores en el momento de la derivación. Un proceso más largo cuanta mayor saturación haya en el proceso de acogida.
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