Son la imagen de la fortaleza y cada una de ellas vive su propia lucha. Daniela sufrió un ataque epiléptico y los médicos descubrieron que tenía un tumor en el cerebro. A Sara le detectaron un tumor que ocupaba más de la mitad del colon; después le encontraron metástasis en el pulmón. En el caso de Ana, el origen de todo fue un endometrioma que empezó a crecer: "Yo preguntaba: ¿pero, me voy a morir?", recuerda.

Tienen historias y edades distintas, pero todas tienen en común una insaciable sed de vida, aunque sea cuesta arriba. Precisamente con ese espíritu se gestó Montañas de Vida, la asociación que las ha unido a ellas y otras pacientes oncológicas en torno a las actividades de montaña, porque hay mucha vida durante el cáncer.

Un proyecto de mujeres que pueden con todo, con la montaña y la naturaleza como claves en la recuperación. El cáncer es "una enfermedad que parece que tienes que estar sentado en un sofá", apunta su fundadora, Yolanda Cerezo, pero esto no es cierto: así lo desmiente la comunidad que han creado, para "demostrar a nosotras mismas y a toda la sociedad que se pueden hacer muchas cosas durante el cáncer", reivindica.

"Me ayuda a liberar toda esa energía y rabia que tenía por dentro y me hacía sentir mejor", comparte Daniela. "Hay muchísima vida por delante y quiero vivirla 'on fire'", afirma por su parte Sara, en plena sesión de escalada tras haberse sometido a una sesión de su tratamiento esta misma mañana. Ana, a su vez, se plantea ya nuevos retos: "El otro día llegaba yo eufórica después de haber salido con Montañas de Vida y decía: dentro de poco, en unos años, un 8.000", apunta.

Son heroínas cotidianas que nos dan una lección de vida, demostrando que la montaña del cáncer también se escala.