En un rincón escondido cerca de la desembocadura del Amazonas, un taller improvisado se ha convertido en el epicentro de una peculiar industria: la fabricación de narcosubmarinos. Conocidos por su simplicidad y eficacia, estos submarinos artesanales están hechos de fibra de vidrio y constan de lo esencial: un casco, una bodega y un motor, usualmente reciclado de barcos pesqueros.
"Estos submarinos se fabrican casi en serie", comenta Fernando Alonso, Gerente de la Fundación Gallega contra el Narcotráfico. "Son sencillitos pero fiables. Sin embargo, las condiciones de viaje son tremendas, casi sin ventilación, con todos los gases del combustible y partículas en suspensión".
Existen dos tipos principales de narcosubmarinos: los destinados a rutas por el Pacífico, diseñados para repostar durante el trayecto, y los que cruzan el Atlántico, menos comunes, pero con una autonomía suficiente para completar la travesía sin detenerse. "El propio viaje se diseña en función de la capacidad de los tanques de combustible para hacer un repostaje en alta mar", explica Javier Romero, experto en narcosubmarinos y periodista.
Curiosamente, estos submarinos están diseñados para un solo uso. Su misión es descargar la mercancía en otra embarcación a unas millas de la costa y luego hundirse, desapareciendo en el fondo del mar. "Es raro que lleguen a tierra", apunta Romero. "Están pensados que acabar vacíos y ocultos en las profundidades".
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