A pesar de que el Tribunal Supremo prohibió esta práctica en el año 2005, ocho de cada 10 jóvenes nepalíes continúan sufriendo las consecuencias de esta antigua tradición pese a que su vida corra peligro y las muertes se sucedan sin pausa.
La causa de esta práctica es que las mujeres son vistas como "impuras" y muchas de ellas tienen que dormir en cabañas, donde corren el riesgo de ser violadas, ser atacadas por serpientes o morir a causa de inhalar dióxido de carbono por los fuegos que encienden para calentarse.
"Las mujeres de las que hablamos están aterrorizadas por las serpientes y los animales que llegan por la noche o por ser atacadas por extraños", ha señalado la investigadora del estudio publicado en la revista 'Sexual and Reproductive Health Matters', Jennifer Thomson, quien ha añadido que incluso aunque las chicas no hayan experimentado esto directamente, el estrés psicológico es "real".
En concreto, esta práctica hindú con siglos de antigüedad conocida como 'chhaupadi' fue prohibida en 2005, pero las penas que incluían una multa e incluso cárcel se introdujeron el año pasado, después de las muertes de una joven y una madre y sus hijos, que acabó en una investigación parlamentaria.
Los investigadores han entrevistado para este estudio a 400 chicas con edades de entre 14 y 19 años en la provincia de Karnali, en el medio oeste de Nepal, y han encontrado que un 77 por ciento llevaba a cabo esta práctica a pesar de su prohibición.
Incluso en los hogares urbanos con mejores condiciones, donde es una práctica menos común, el estudio ha desvelado que cerca de dos tercios de las jóvenes todavía llevan a cabo el 'chhaupadi'.
Además, la investigación se realizó menos de una semana después de que la Policía nepalí arrestara al cuñado deuna mujer que murió por asfixia en una cabaña, la primera detención por estas causas en el país.
Por otro lado, los activistas han resaltado la importancia de crear conciencia y combatir la percepción de que las mujeres que menstruan son "impuras" y pueden traer la "desgracia" a sus comunidades.
"Se debe alcanzar un enfoque de salud y educación para todos los hogares y hay que educar a las personas para que sepan que la menstruación es un proceso biológico y no hace que las mujeres sean impuras", ha traslado la activista Radha Paudel.
Además, en muchas comunidades a las mujeres que menstruan no se les permite reunirse con miembros de su familia y se les prohíbe tocar ciertos productos. Sin embargo, hay "signos" de que la situación está cambiando, ya que la semana pasada, un pueblo al oeste de Nepal anunció una recompensa de 5.000 rupias nepalíes para cada mujer que se negara a llevar a cabo esta práctica.
"Se trata de cambiar prácticas culturales que están muy arraigadas y, aunque cambiar la ley es importante, este estudio muestra que conlleva mucho más que eso", ha concluido Thomson.