En el epicentro de la Ribeira Sacra, el parador de Santo Estevo de Ribas de Sil destaca no solo por su monasterio, sino por su paisaje. Un Consejo llega allí para decidir sobre su candidatura a Patrimonio de la Humanidad. Pero a la entrada del Monasterio se encontrarán una triste imagen: robles de 200 años talados.
"Es una pena. Todo lo bueno que había aquí se ha echado a perder", dice Lolo Fernández, residente en Nogueira de Ramuín. Un vecino pidió la tala porque limitaban con su casa, de reciente construcción. El concello aceptó por la Ley de Montes, que obliga a cortar árboles a 50 metros de viviendas.
"No se trata de una especie inflamable ni peligrosa", recuerda Serafín González, presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural. No solamente denuncian que se ha acabado con estos árboles centenarios, sino también con parte de una muralla propiedad del monasterio; por lo tanto, también de época medieval.
"Es un daño a un patrimonio natural, pero también al contorno de patrimonio artístico muy importante", continúa Serafín. El Ayuntamiento de Nogueira de Ramuín dice que la muralla ya estaba medio derruida. Por su parte, la Xunta dice que ha abierto un expediente de diligencias previas.
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