Jocsan ha vivido en la calle, sin techo ni comida. Leonardo también ha dormido en metros y parques, por no encontrar trabajo, pero a a partir de ahora ambos tienen una nueva ocupación: recoger patinetes eléctricos.
Su labor, precisa Leonardo, consistirá en "recoger patinetes, venir a cargarlos y volverlos a dejar en un sitio específico".
Una aplicación les indica dónde están los patinetes sin carga más cercanos, que enchufarán en la iglesia del Padre Ángel en Madrid.
"Lo que ando pidiendo es que haya un patín con tres ruedas, porque a los 80 años...", bromea este párroco, impulsor del acuerdo con la empresa de patinetes Lime para proporcionar trabajo a los más necesitados. "Queremos dar no solamente ese vaso de café, ese vaso de agua", explica.
Las personas que trabajen en esta iniciativa recibirán entre 3 y 5 euros por cada patinete que carguen, dependiendo del nivel de carga y de la ubicación del mismo. "Ahora mismo es un piloto, lo hacemos con unas diez personas", explica Álvaro Salvat, director de Lime España.
La empresa estudia extender acuerdos similares a este pionero con Mensajeros de la Paz a otros países, para apostar por un transporte más ecológico y hasta con bendición.