Según fuentes policiales, las líneas más utilizadas para estas prácticas son la 1, la 2, la 3 y la 4, donde circulan trenes más antiguos que tienen puertas que se pueden abrir fácilmente. Los jóvenes, la mayoría adolescentes, suelen justificarlas por la sensación de riesgo y adrenalina que le provoca viajar en los acoples de los convoyes.
Pero este peligroso juego o divertimento juvenil no es nuevo y también se da en los trenes de Cercanías. Desde los años 90 se han registrado numerosos accidentes provocados por estas prácticas temerarias. Por ejemplo, en 1992 Miguel Antonio, un niño de 11 años, se saltó las clases del internado donde estudiaba para ensayar este juego. Algo salió mal y tuvo un accidente entre las estaciones de Cuatro Caminos y Quevedo. Perdió media pierna y el bazo.
Dos años después Domingo, de 25 años, murió tras ser aplastado por un tren cuando saltaba de un compartimiento y otro a la altura de la estación de Alvarado. En julio de 1996 David, de 19 años, también cayó a las vías mientras practicaba este juego, y la máquina le seccionó el pie y le trituró la pierna izquierda.
Ya en este siglo, en diciembre de 2001 un joven de 25 años perdió la pierna derecha al ser arrollado en la estación de Iglesia por un vagón de metro, mientras saltaba de un compartimento a otro con unos amigos.
Accidentes de este tipo se han seguido produciendo posteriormente. El último siniestro ocurrió el domingo sobre las 20 horas. Un adolescente de 13 años entró con prisas en la estación de Miguel Hernández, en la línea 1 del Metro dirección Valdecarros. Cuando llegó al andén dirección Villa de Vallecas el tren ya había cerrado sus puertas y arrancaba.
En ese momento, según las imágenes de Metro de Madrid, el chico subió al tren en marcha colocándose en la zona de enganche entre vagones, algo terminantemente prohibido. Por causas que ahora se investigan, unos 25 o 30 metros después se precipitó a las vías, bien porque no se había sujetado fuertemente o porque el tren pilló una curva y el joven se desestabilizó y cayó.
En ese momento, fue arrollado por el tren, que le seccionó las dos piernas. No obstante, el chico consiguió llegar a un conducto de ventilación para evitar ser atropellado de nuevo por otro tren. Allí pidió ayuda, que fue escuchada por una mujer, que llamó a los servicios de emergencias. Los sanitarios del Samur le rescataron en la estación siguiente, la de Miguel Hernández.
Como consecuencia de estas labores de rescate, el servicio de Metro quedó interrumpido durante varios minutos en la zona. Pero poco después de restablecerse, en torno a las 20.30 horas, dos chavales fueron vistos en la estación de Portazgo (también en la línea 1) viajando en la zona entre vagones.
La víctima apareció en un camino
La Ertzaintza busca al presunto autor de una agresión sexual con rapto a una menor de 14 años en Leioa (Vizcaya)
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