No han dejado ni una tumba intacta. Alguien ha profanado todos los nichos del antiguo cementerio de Aguilar de Segarra, una pequeña localidad de Barcelona. Son los restos de 56 personas que han quedado esparcidos.
En ese lugar el suelo ha quedado lleno de cascotes y en los nichos asoman los ataúdes. Además, entre los escombros, se pueden ver restos humanos repartidos en mitad del desastre.
De momento se desconoce quién ha podido ser el culpable: unos hablan de ladrones, que abrieron los ataúdes buscando joyas, otros creen fue una ceremonia de glorificación de la muerte. Los Mossos, más prosaicos, lo atribuyen a vandalismo, una gamberrada destructiva sin más pretensiones.
A pesar del gran esfuerzo que supone realizar un desastre como ese, donde decenas de nichos han sido profanados y esparcidos, nadie oyó nada. Y es que el camposanto está en un alto muy lejos del pueblo y lleva 50 años abandonado.
El problema ahora es qué hacer con los cuerpos. Los restos están tan mezclados que es imposible distinguir quién es quién para volverlos a enterrar por separado. Probablemente, tendrán que meterlos a todos en una fosa común.