El suicidio es un problema que, pese ser prácticamente inherente a la sociedad, o bien no se habla de él o se habla de forma incorrecta. Este es el diagnóstico que dan los psicólogos sobre la que a día de hoy ya es la causa de muerte no natural más frecuente entre los jóvenes. Y el problema radica en que, lejos de mitigarse, todo apunta a que va a más.
Según los últimos datos del Colegio Oficial de Psicología de Madrid (COP), los intentos de suicidio y autolesión han aumentado un 250% en el último año, coincidiendo con la pandemia de coronavirus. En esta línea, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 —último año completo con datos— se suicidaron 3.671 personas: 2.771 hombres y 900 mujeres.
Aun así, los expertos advierten de que esto podría ser un espejismo: según un informe del COP, la cifra real de fallecidos podría multiplicarse hasta por tres, debido a que muchos casos se registran como otras muertes. También, desde la entidad, inciden en que los suicidios no tienen por qué estar asociados a trastornos de salud mental. En cambio, ponen el foco en que le puede pasar a cualquiera.
De esto mismo ha hablado este viernes José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de Psicólogos. En una entrevista en Al Rojo Vivo, el experto ha analizado qué está pasando para que el suicidio siga siendo una de las grandes lacras sociales, recordando que la muerte, especialmente entre los jóvenes, "siempre ha estado presente en los pensamientos, en las cogniciones y en las emociones".
"La persona que se quita la vida no quiere morir, quiere dejar de sufrir"
Luengo matiza que el aumento de casos registrado alarma, pero también refleja un cambio de tendencia: "El número de atentos de suicidio no siempre obedece a que haya mas casos, que probablemente también, sino a que cada vez somos mas sensibles a estas circunstancias. Estamos más pendientes, detectamos más y mejor", apunta el psicólogo.
En este sentido, Luengo sostiene que, poco a poco, se ha abandonado la vieja costumbre de ocultar los casos de suicidios por que se pueda generar un efecto dominó. Pero también recuerda que, en ningún caso, informar desde el sensacionalismo es una opción.
"Es importante reconocer las recomendaciones de la OMS, que nos dan pistas de que hablar del suicido no es hablar del morbo, es hablar del fenómeno, y no siempre ligado a un acontecimiento, sino al sufrimiento psicológico. Hay que hablar del dolor, que también tiene elementos que son optimistas en cuanto prevención", indica el experto.
El psicólogo describe qué es lo que se la pasa por la cabeza a las personas que se plantean el suicidio, y es tajante en que el estigma anda muy lejos de la realidad y, sobre todo, de la idoneidad. "Hay una expresión que usan estas personas que entendemos todos: yo no quiero morir, yo quiero dejar de sufrir. La persona que quiere quitarse la vida quiere dejar de sufrir, pero por la cabeza se les pasa desesperanza, que no hay posibilidades de mejora", afirma.
Ante esto, Luengo pone el foco en la educación; educación, además, a todos los niveles: de familias, colegios, políticos y medios de comunicación. "Lo estamos experimentando con la violencia de género. Tenemos que hablar de estos temas, explicar bien a la ciudadanía que existen salidas y que es importante que las afrontemos. Aquí el papel importante es el del bienestar de las personas", sentencia.
La importancia de poner la salud mental en el foco, también en lo público
El COP resalta que, además de llevar a cabo una tarea de concienciación, es fundamental que el apoyo a la salud mental se traduzca en recursos. En dinero, en más psicólogos y en medios para ayudar a la sociedad. En esta línea, en su informe, la entidad llega a calificar de "ridícula" la cantidad de profesionales que hay en la red de salud pública.
Un hecho que también ha denunciado Román Reyes, cuya madre se suicidó después de meses de idas y venidas en el hospital y de altas prematuras. Según el joven, que ahora lidera la plataforma Stop Suicidios, —que el próximo 11 de septiembre, por motivo del Día Internacional de la Salud Mental se manifestará ante el Ministerio de Sanidad—, la falta de recursos en la Salud Pública "es un problema político".
"Mi madre estuvo durante 20 años yendo a hospitales, tuvo ingresos insuficientes. Es un problema político, de falta de presupuesto. Más allá del mes, siempre le daban el alta a mi madre. Y a los dos meses del alta, con el que yo no estaba de acuerdo, se suicidó. Esto no es una anécdota de un caso, son la mayoría de los casos, porque si no dotamos de medios a la salud mental, no tendremos a una población con salud", denuncia.
Discurso que también ha compartido Luengo, que defiende que es "una evidencia clarísima que faltan profesionales y recursos especializados". Así, el psicólogo concluye: "Una ola como esta, esta pandemia silenciosa que afecta a la salud mental, debería hacer pensar en un plan singular a varios años en los sistemas organizativos".
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