El Tribunal Supremo es tajante: quitarse el preservativo sin consentimiento es delito; tanto si se hace a escondidas como si uno no se lo pone cuando se ha pactado mantener relaciones sexuales con condón. Así lo ha dictado el Pleno de la Sala de lo Penal que ha tomado la decisión por unanimidad.

En cuanto a la pena a imponer, cinco de los magistrados del pleno considera que tiene que ser la misma que la de una penetración sin consentimiento, es decir, de cuatro a doce años de prisión., mientras que del resto se desconoce su posición. Esta decisión viene a raíz de que el pasado mes de enero cuando el alto tribunal empezó a estudiar este asunto a raíz de un caso de 'stealthing' procedente de la Audiencia Provincial de Sevilla donde el acusado fue condenado a 4 años de cárcel por un delito de abuso sexual y a 6 meses de prisión por otro de lesiones.

Inicialmente eran cinco magistrados de la Sección Segunda los que se dispusieron a abordar la deliberación y fallo del recurso presentado por el hombre contra esta condena, que fue confirmada por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Andalucía. Sin embargo, finalmente decidieron elevarlo a Pleno al entender que planteaba una cuestión novedosa que el Supremo no había abordado hasta ahora.

El caso concreto, cuya ponencia recayó en el magistrado Antonio del Moral, se remonta a julio de 2017 cuando el condenado y la víctima se disponían a mantener relaciones sexuales consentidas en un coche aparcado en un descampado, como habían hecho en otras ocasiones en los últimos meses "sin que pueda afirmarse que entre ellos existiera otro tipo de relación afectiva", según relata la sentencia del TSJ.

Antes del encuentro sexual, él la avisó de que se estaba tratando por una enfermedad de transmisión sexual, "aunque sin llegar a indicarle el concreto diagnóstico". Ella reaccionó consintiendo a las relaciones sexuales pero con protección, "porque siempre las habían mantenido así y con más motivo por la infección", a cuyo efecto le dio ella misma el preservativo.

Sin embargo, él no llegó a ponérselo en ningún momento, fingiendo que sí lo había hecho. Ella, en un momento dado, intuyó que no llevaba preservativo e intentó parar la relación sexual. El acusado, tras "un breve lapso de tiempo", interrumpió el coito, "se retiró, se vistió y se marchó del lugar, no sin antes arrojar al suelo tras salir del coche el preservativo" sin usar. Como consecuencia de ello, la mujer contrajo una enfermedad de transmisión sexual.