Un deportista de élite consume gran variedad de productos en cada entrenamiento o competición, como botellas de agua, geles, barritas y bebidas energéticas. Inés de Velasco, olímpica en Tokio en tiro con arco, sabe muy bien qué hacer con todos esos residuos: "Consumimos muchas botellas de plástico y cada vez que gastamos una, la llevamos al contenedor amarillo", indica De Velasco. Las dianas, en cambio, son de papel, e Inés las lleva al contenedor azul, porque también en los centros de alto rendimiento y demás espacios deportivos existen recipientes donde depositar cada envase.

Para Clara Azurmendi, subcampeona de Europa de bádminton, reciclar es un hábito: "Hay que echar en el sitio correcto la botella y no mezclar". "Aquí en el centro de alto rendimiento hay papeleras de colores por todos los lados", señala Azurmendi.

Los deportistas son modelos a seguir, y ahora, además de ser campeones por sus triunfos, también lo son por su compromiso con el medioambiente: "Estamos convencidos desde ADESP de que el deportista debe dar ese ejemplo, y hemos trasladado a Ecoembes y al proyecto Libera que trabajamos para que así sea, y que vamos a seguir haciéndolo", subraya Andrés Rodríguez, director de Marketing de la Asociación del Deporte Español (ADESP).

Todos esos envases depositados en los contenedores azules y amarillos jamás se pierden, sino que se reciclan y regresan después convertidos en ropa técnica y otros productos fabricados gracias a ese invento maravilloso llamado economía circular.