El Camino de Santiago sigue siendo una de las rutas de peregrinación más populares del mundo, con 284.500 peregrinos que han llegado a Santiago de Compostela en lo que va de año. Sin embargo, no todos los visitantes parecen respetar el carácter espiritual y cultural de la ciudad. Los recientes actos vandálicos, que incluyen pintadas en la histórica Plaza del Obradoiro y daños a hitos de señalización, han generado preocupación entre los residentes y las autoridades locales.

Las molestias no se limitan solo al vandalismo. Algunos peregrinos, ansiosos por celebrar su llegada, recorren la ciudad en grandes grupos, cantando y causando ruido. "Nosotros que somos de Andalucía venimos cantando y cuando lleguemos allí pensamos cantar también", comentó un peregrino, reflejando el espíritu festivo que a veces resulta intrusivo.

El vandalismo no es una novedad en Santiago, pero las recientes incidencias, como las pintadas en piedras y pavimentos, han llamado especialmente la atención. Las sanciones para estos actos pueden oscilar entre 6.000 y 150.000 euros, pero su aplicación resulta complicada.

La tradición de dejar una marca personal en los lugares visitados ha llevado a una serie de problemas, desde robos menores hasta disputas en público. Los residentes piden un mayor respeto hacia la ciudad, que es Patrimonio de la Humanidad. "Hay que entrar con moderación, con respeto", destacó una residente, esperando que la comunidad de peregrinos sea consciente de las implicaciones de sus acciones