Hace 50 años, si una mujer quería entrar en la Policía tenía que renunciar a casarse; el matrimonio le podía costar la expulsión del cuerpo. En su primer día como agentes, ellas salieron a la calle con falda pantalón, bolso y botas o zapatos de tacón. "Eran zapatos malísimos. Si teníamos que correr, era bastante complicado", ha recordado Bonifacia Blázquez. Mercedes Payol, Agustina Crespo y ella son tres de las 53 mujeres de la primera promoción de 1971.
Se llevaban todas las miradas mientras cumplían su única misión: regular el tráfico. "Unos nos respetaban y otros nos mandaban a fregar en casa o que cuidáramos de nuestros maridos", ha señalado Mercedes Payol. Pero ¿qué maridos? En aquel momento, si una mujer quería entrar en la Policía tenía que renunciar a casarse. El matrimonio le podía costar la expulsión del cuerpo. "Las mujeres no podíamos casarnos", ha apuntado Mercedes.
La mayoría de edad estaba en los 21 años, pero entraban en el cuerpo policial desde los 18. "Como no tenían mayoría de edad, tenían que asistir a los juicios, cuando tenían alguna intervención, con sus padres", ha añadido. Fue un contexto muy difícil para ellas. "Muchos compañeros nos trataron de una forma paternal, y otros eran un poco machistas", ha denunciado Bonifacia. Pero se superó. En 1980 ya pudieron formar parte de agrupaciones mixtas, y en 1981 por fin pudieron llevar arma.
Este jueves, en un acto con autoridades de apretadas agendas con declaraciones que no pueden esperar, la prudente Agustina se ha quedado sin contarnos su historia. Pero, como Mercedes y Bonifacia, se ha llevado el reconocimiento de la reina Letizia y el de todos nosotros por sus valiosos años de servicio.
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