Una situación insostenible
Siete días 'sin': la vida después de una DANA que se lo ha llevado casi todo
Vecinos de diferentes poblaciones afectadas por la catástrofe han ofrecido sus testimonios, explicando c´pmo logran sobrevivir frente a la adversidad.
La DANA que ha asolado el litoral mediterráneo de la Península Ibérica cumple una semana. Siete días en los que los vecinos de las poblaciones afectadas han tenido que sobrevivir sin agua corriente, comida caliente o colegio para los niños; sin poder ir a trabajar o sin algo tan básico como poder cerrar la puerta. Siete días de una auténtica pesadilla que, hasta el momento, se ha cobrado más de 200 vidas.
María José, una vecina de Massanassa sigue consternada desde que hace una semana perdiese su casa: "Es que no puedo ni hablar. No nos queda nada". Necesidades tan básicas como comer un plato con cuchara todavía es complicado en Llocnou: "Vendré esta noche con comida caliente", les ha asegurado una voluntaria a los vecinos. Y en Montroy, el agua sigue sin salir de los grifos. Los vecinos tienen que acudir con garrafas a coger agua potable a un camión cisterna.
La luz es lo único que, de manera intermitente, llega a muchos municipios. Por eso, los vecinos tienen que ingeniárselas como pueden: "Usamos velas de noche, y de día estamos sin oír la televisión, sin oír nada". Porque acciones tan corrientes como cargar un teléfono se han convertido en toda una odisea. "Tuvimos que ir a Valencia para poder cargar los móviles", ha comentado una vecina afectada.
Un infierno que se alarga
En uno de los pueblos de la llamada 'zona cero', Paiporta, la vida es completamente diferente a como era hace tan solo una semana. "No tengo internet, no puedo trabajar, no puedo salir. El agua se ha llevado mis dos vehículos", lamenta a laSexta Manuel. Aún más crítica es la situación del padre de Elena, quien lleva dos semanas sin su medicación para una enfermedad crónica: "Mi padre necesita insulina diaria tres o cuatro veces al día, y desde la semana pasada llevo buscándola".
El marido de Anabel también sobrevive sin sus pastillas para el reuma: "Solo sé que lleva desde la riada sin tomarse la medicación, sin poder dormir por las noches", ha confirmado en declaraciones a esta cadena. Tampoco hay médicos, y aunque algunas poblaciones han reanudado las clases en los colegios, muchos alumnos no pueden acudir.
Pero también hay quienes persisten, incluso a ciegas. Es el caso de Pepe, que lleva una semana reparando sus gafas con cinta adhesiva para poder comunicarse con los suyos: "Como no veo, tengo que usar estas gafas para poder leer, y cuando se rompen tengo la cinta americana para ponerle un poquito más. Así puedo leer el móvil".
Una suma de sentimientos de pérdida que, después de siete días, es insostenible.