Después de 24 años, Éric ha conseguido su primer DNI. "Cuando nací, el personal sanitario que atendió el parto, concluyó que era una niña después de mirarme un segundo, nadie me preguntó nada y me criaron como a una niña", relata. Nos cuenta lo difícil que le ha sido ser visible ante la Justicia por una ley de identidad de género, dice, discriminatoria.
"Primero de todo tienes que patologizarte, decir públicamente que eres una persona enferma y que justifique que no tienes ningún problema en tu juicio. Es como ir por la calle y decirle a la gente, ¿estás segura de que eres Marta?, ¿estás seguro de que eres Mario? Es una barbaridad", asegura.
Además, la ley exige que te hormones, al menos durante dos años antes del cambio, para acomodar las características físicas a las del sexo reclamado.
"Tu género no es definido por lo que tienes entre las piernas ni por las hormonas que te suministras o no, sino por lo que tienes entre las orejas". Miles de trabas, dice Éric, que solo entorpecen el tránsito: "O te rindes o te hormonas, porque es una obligación, no tienes opción de no hacerlo".
Y él, entre otras cosas, no se quiso hormonar para no perder su voz. Tampoco se rindió, porque Eric, que ahora sí existe, no ha renunciado a su voz ni a sus derechos.